El negocio de los diamantes
Leonardo DiCaprio interpreta en "Diamantes de sangre" a un mercenario buscador de estas piedras. Esta industria, dominada antes por un cartel, está cambiando. Los gobiernos africanos quieren obtener una mayor tajada, exportando piedras pulidas que valen 50% más que los en bruto.
Los diamantes regresan a la pantalla grande. Las piedras preciosas, lucidas por Marilyn Monroe, como las mejores amigas que una mujer pudiera tener, ahora son mostradas por Hollywood como el peor enemigo de África. En el cine durante la guerra en Sierra Leona en los años 90.
Pero en la realidad, esta actividad que produce en el mundo alrededor de US$ 13 mil millones en piedras brutas y vende más de US$ 62 mil millones en joyas al año, ha cambiado mucho desde entonces.
La mayor parte de esta transformación tiene que ver con el hecho de que De Beers, la empresa que antes controlaba casi todo el suministro de diamantes en bruto, perdió ese dominio y aparecieron varios productores pequeños. Los "diamantes de sangre" han desaparecido casi por completo por las medidas adoptadas por reguladores de Europa y Estados Unidos. Y como resultado de esto, el negocio empieza a parecerse a cualquier industria normal.
Estos cambios, explica Gareth Penny, director de De Beers, han significado pasar "de un negocio en el que tenían un fuerte control del abastecimiento, hasta otro manejado más bien por la demanda". Así, a principios de los noventa, producía el 45% de los diamantes brutos del mundo y daban cuenta del 80% del suministro mundial, con lo cual podían regular el mercado a través de un cuidadoso manejo de las grandes reservas.
Pero este cuasi cartel no fue bueno para las ganancias. Mientras los reguladores en los EE.UU. y Europa pedían más competencia, abundaban las historias de atrocidades cometidas por los rebeldes africanos, financiados por los diamantes.
Con la llegada de una nueva administración a fines de los 90, De Beers cambió su estrategia, y dejó de comprar diamantes en el mercado abierto. En 2001, la compañía vendió sus acciones, pasando a manos de Anglo American, de la familia Oppenheimer y del gobierno de Botswana. Además, de haber arreglado la larga disputa con los reguladores de EE.UU., también prometió a la Unión Europea que en 2009 dejará de comprarle diamantes de Alrosa -empresa rusa que extrae alrededor del 20% de la producción global-, a fin de promover la competencia.
Hoy día, De Beers vende aproximadamente el 45% de todos los diamantes en bruto en el mundo, y produce cerca del 40% de la venta de piedras pulidas. Mientras el mercado se hace más dinámico, De Beers también invierte mucho en la exploración, desarrollando cuatro minas en Canadá y en África del Sur. Además, han vendido sus operaciones menos rentables.
El gigante del mundo de diamantes ha establecido una cadena de tiendas de joyería como parte de una aventura en conjunto con LVMH, empresa de productos de lujo. Ahora gasta casi US$ 200 millones al año en comercialización, para aumentar sus ventas en Asia. El marketing también es esencial para persuadir a la gente a comprar las piedras verdaderas. Los diamantes sintéticos han capturado el 90% del mercado de uso industrial, pero no han entrado mucho en el de las joyas.
Firmas pequeñas como Kimberley Diamond Group, Tans Hex y Gem Diamonds están corriendo para llenar el espacio entre los grandes productores y los jóvenes exploradores. Petra Diamonds, una compañía chica, acaba de comprar una de las minas sudafricanas de De Beers. Está confiada en que puede sacarle dinero a un yacimiento que lo pierde porque no tiene los costos de De Beers. También está a punto de empezar a producir en Sierra Leona y explorando en Angola con BHP Billiton. La empresa espera pasar de producir 175.000 quilates el año pasado a 500.000 hacia 2010. Pero aún está a leguas de distancia de los 51 millones de quilates que produjo De Beers en 2006.
África, que genera el 60% de los diamantes en el mundo, quiere hacer más que proveer piedras en bruto. "De Beers ha fallado en acercarse a las aspiraciones de los gobiernos africanos", señala Chaim Even-Zohar, un prominente experto en diamantes. Ya se fueron los días en que los diamantes se embarcaban a Londres para ser clasificados en lotes antes de venderlos.
En enero, De Beers acordó con el gobierno de Namibia que todos los diamantes producidos en joint venture serían clasificados en el país, y unos US$ 300 millones en gemas, alrededor de la mitad de la producción, serían vendidos localmente.
Los productores africanos están deseosos de cortar y pulir sus propios diamantes, lo que les agrega un 50% de valor. Aunque sigue siendo un gran centro de comercio, Antwerp ya no es el centro mundial en esta materia e Israel también ha sufrido por lo mismo.
¿Y qué pasa con los diamantes de sangre? Hoy son una muy pequeña fracción de la producción mundial, señala Alex Yearsley de Global Witness, un grupo de presión. Pero la película de DiCaprio ha creado conciencia del tema. De Beers afirma que el film lanzado antes de Navidad no afectó las ventas, pero ahora muchos clientes quieren saber la procedencia de sus piedras.
Éstas son buenas noticias para los productores que pueden demostrar de dónde vienen sus diamantes. Canadá ha desarrollado un sistema de certificación, lo mismo que De Beers y algunos productores menores como Petra Diamonds.
Aún así, Global Witness dice que la industria no es mucho más transparente que hace unos años. El contrabando es muy común, especialmente en países como Angola y la República Democrática del Congo. Cerca de un millón de mineros informales sufren condiciones de trabajo espantosas en los ríos africanos
Las compañías mineras y los grupos de voluntarios están tratando de mejorar las cosas.
The Economist.
Los diamantes regresan a la pantalla grande. Las piedras preciosas, lucidas por Marilyn Monroe, como las mejores amigas que una mujer pudiera tener, ahora son mostradas por Hollywood como el peor enemigo de África. En el cine durante la guerra en Sierra Leona en los años 90.
Pero en la realidad, esta actividad que produce en el mundo alrededor de US$ 13 mil millones en piedras brutas y vende más de US$ 62 mil millones en joyas al año, ha cambiado mucho desde entonces.
La mayor parte de esta transformación tiene que ver con el hecho de que De Beers, la empresa que antes controlaba casi todo el suministro de diamantes en bruto, perdió ese dominio y aparecieron varios productores pequeños. Los "diamantes de sangre" han desaparecido casi por completo por las medidas adoptadas por reguladores de Europa y Estados Unidos. Y como resultado de esto, el negocio empieza a parecerse a cualquier industria normal.
Estos cambios, explica Gareth Penny, director de De Beers, han significado pasar "de un negocio en el que tenían un fuerte control del abastecimiento, hasta otro manejado más bien por la demanda". Así, a principios de los noventa, producía el 45% de los diamantes brutos del mundo y daban cuenta del 80% del suministro mundial, con lo cual podían regular el mercado a través de un cuidadoso manejo de las grandes reservas.
Pero este cuasi cartel no fue bueno para las ganancias. Mientras los reguladores en los EE.UU. y Europa pedían más competencia, abundaban las historias de atrocidades cometidas por los rebeldes africanos, financiados por los diamantes.
Con la llegada de una nueva administración a fines de los 90, De Beers cambió su estrategia, y dejó de comprar diamantes en el mercado abierto. En 2001, la compañía vendió sus acciones, pasando a manos de Anglo American, de la familia Oppenheimer y del gobierno de Botswana. Además, de haber arreglado la larga disputa con los reguladores de EE.UU., también prometió a la Unión Europea que en 2009 dejará de comprarle diamantes de Alrosa -empresa rusa que extrae alrededor del 20% de la producción global-, a fin de promover la competencia.
Hoy día, De Beers vende aproximadamente el 45% de todos los diamantes en bruto en el mundo, y produce cerca del 40% de la venta de piedras pulidas. Mientras el mercado se hace más dinámico, De Beers también invierte mucho en la exploración, desarrollando cuatro minas en Canadá y en África del Sur. Además, han vendido sus operaciones menos rentables.
El gigante del mundo de diamantes ha establecido una cadena de tiendas de joyería como parte de una aventura en conjunto con LVMH, empresa de productos de lujo. Ahora gasta casi US$ 200 millones al año en comercialización, para aumentar sus ventas en Asia. El marketing también es esencial para persuadir a la gente a comprar las piedras verdaderas. Los diamantes sintéticos han capturado el 90% del mercado de uso industrial, pero no han entrado mucho en el de las joyas.
Firmas pequeñas como Kimberley Diamond Group, Tans Hex y Gem Diamonds están corriendo para llenar el espacio entre los grandes productores y los jóvenes exploradores. Petra Diamonds, una compañía chica, acaba de comprar una de las minas sudafricanas de De Beers. Está confiada en que puede sacarle dinero a un yacimiento que lo pierde porque no tiene los costos de De Beers. También está a punto de empezar a producir en Sierra Leona y explorando en Angola con BHP Billiton. La empresa espera pasar de producir 175.000 quilates el año pasado a 500.000 hacia 2010. Pero aún está a leguas de distancia de los 51 millones de quilates que produjo De Beers en 2006.
África, que genera el 60% de los diamantes en el mundo, quiere hacer más que proveer piedras en bruto. "De Beers ha fallado en acercarse a las aspiraciones de los gobiernos africanos", señala Chaim Even-Zohar, un prominente experto en diamantes. Ya se fueron los días en que los diamantes se embarcaban a Londres para ser clasificados en lotes antes de venderlos.
En enero, De Beers acordó con el gobierno de Namibia que todos los diamantes producidos en joint venture serían clasificados en el país, y unos US$ 300 millones en gemas, alrededor de la mitad de la producción, serían vendidos localmente.
Los productores africanos están deseosos de cortar y pulir sus propios diamantes, lo que les agrega un 50% de valor. Aunque sigue siendo un gran centro de comercio, Antwerp ya no es el centro mundial en esta materia e Israel también ha sufrido por lo mismo.
¿Y qué pasa con los diamantes de sangre? Hoy son una muy pequeña fracción de la producción mundial, señala Alex Yearsley de Global Witness, un grupo de presión. Pero la película de DiCaprio ha creado conciencia del tema. De Beers afirma que el film lanzado antes de Navidad no afectó las ventas, pero ahora muchos clientes quieren saber la procedencia de sus piedras.
Éstas son buenas noticias para los productores que pueden demostrar de dónde vienen sus diamantes. Canadá ha desarrollado un sistema de certificación, lo mismo que De Beers y algunos productores menores como Petra Diamonds.
Aún así, Global Witness dice que la industria no es mucho más transparente que hace unos años. El contrabando es muy común, especialmente en países como Angola y la República Democrática del Congo. Cerca de un millón de mineros informales sufren condiciones de trabajo espantosas en los ríos africanos
Las compañías mineras y los grupos de voluntarios están tratando de mejorar las cosas.
The Economist.
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