Lecciones de una semana nerviosa
¿El aleteo de una mariposa? No, fue más que eso. ¿Un ronquido de dragón? Parece ser algo de eso. Una caída de 8,8% en el principal índice del mercado de valores de China el 27 de febrero repercutió en todo el mundo. Los precios de las acciones cayeron en casi todas partes.
Y cuando los traders norteamericanos miraron las noticias de su propia economía -las débiles órdenes por bienes durables de las compañías, la preocupación ante las hipotecas "subprime", y los dichos de Alan Greenspan, nada menos, hablando de una posible recesión-, se aterrorizaron.
En el peor día para las acciones norteamericanas desde marzo de 2003, las órdenes de venta eran tantas que en un minuto la New York Stock Exchange no fue capaz de procesarlas todas.
Últimamente, los inversionistas han estado buscando sin muchos miramientos los retornos en cualquier parte, y no hay poco invertido en el mercado de private equity. En estos últimos días se les recordó que esto puede ser un juego peligroso.
Para arriba, en forma aguda, se fue la medida estándar de la volatibilidad del mercado de valores, en sí mismo un ítem transable. Para arriba también se fueron los spreads de crédito de los bonos corporativos, especialmente los del tipo más apreciado, al igual que la deuda de los mercados emergentes y el precio de los seguros ante un default.
Y también para arriba se fue el yen, que había sido empujado hacia abajo estas últimas semanas por los "carry traders", que se endeudaban barato en Japón y prestaban en otros lados.
Nadie sabe aún si el remezón de esta semana marca una pausa antes de que los precios se muevan serena y nuevamente hacia arriba; o sea, el comienzo de un remezón propiamente tal.
Una aparente causa del bajón de Shanghai: el rumor de la planificación de un impuesto sobre las ganancias de capital de las acciones, fue negado.
Nerviosismo
El mercado se mantuvo ahí el 28 de febrero, pero cayó nuevamente al día siguiente. Los mercados en Europa y en otras partes de Asia estaban nerviosos, aun cuando Ben Bernanke, el sucesor de Alan Greenspan en la Reserva Federal, parece haber tranquilizado a Wall Street.
Dado que la gente aún argumenta sobre las razones de las caídas del 2000, 1987 y 1929, sería prematuro, por decir lo menos, amarrar demasiado los eventos de esta semana a causas económicas básicas.
Uno puede decir, por cierto, que la caída en el mercado chino bien podía ser el movimiento necesario de los mercados para que le den una segunda mirada a los riesgos que se están tomando.
El punto natural para empezar es la economía norteamericana. Mucho antes de la confirmación del 28 de febrero se esperaba la revisión descendiente del crecimiento del PIB del cuarto trimestre, a una cifra anualizada de 2,2%. Y la economía parece haber empezado el año letárgicamente (aun cuando el clima frío ha hecho que sea más difícil decirlo que otras veces). Ha habido signos de que el mercado de bonos se ha dividido, con retornos de los bonos del Tesoro cayendo en las últimas semanas.
Hasta esta semana, de todas formas, los mercados para acciones y otras cosas no parecen haber tomado todo en cuenta. Ahora quizás lo hagan.
Un signo de que las cosas están deteniéndose viene dado por la forma de las molestosas órdenes por bienes durables, que cayeron 7,8% en enero, mucho más de lo esperado, incluso después de la sorprendentemente baja demanda por los aviones.
Es un hecho que las firmas norteamericanas han estado bastante reticentes a invertir en este tiempo, considerando lo barato que estaba endeudarse y las grandes utilidades que habían estado entrando a sus cofres, pero esto fue sorprendente.
Que las empresas norteamericanas no están confiadas de poder invertir rentablemente se ve reflejado en las proyecciones para el crecimiento de las utilidades, que han caído después de estar por dos años y medio en el territorio de los dos dígitos.
Después de haber revisado e investigado los números de los últimos años y de ajustarlos a los cambio de las reglas de contabilidad, Albert Edwards, un observador de mercado de Dresdner Kleinwort, calcula que el registro reciente de las utilidades de las firmas no financieras no es más impresionante que a mediados de los 90.
Viviendas
Una segunda fuente de preocupaciones, y quizás la más grande, es el mercado de viviendas. La visión más común habla de esto. Cierto, el mercado de viviendas ha bajado. La caída en la inversión residencial ha hecho tambalear las cifras del PIB, pero el mercado parece estar estableciéndose nuevamente.
Y el gasto de los consumidores ha seguido alegremente hacia adelante. Basta mirar las cuentas del cuarto trimestre: el consumo fue lo suficientemente fuerte como para explicar el crecimiento del PIB, y más. Además, el stock de viviendas existentes, relativo a la demanda mensual, se mantiene alto y el exceso de casas nuevas se está elevando.
La abundancia de viviendas probablemente influya en los precios y en las construcciones -y, por lo tanto, en la economía- durante un rato. En el riesgoso mercado de las hipotecas ya hay signos de problemas: los no pagos y las ejecuciones de una hipoteca han sido altísimos.
Esta semana, Freddie Mac, una de las dos compañías de hipoteca gigantes, anunció que reduciría sus compras de préstamos subprime, pero probablemente le vaya mal. El mercado del subprime es demasiado pequeño para tener mucho efecto agregado, pero las condiciones de crédito también se están volviendo un poco más malas para los deudores corrientes.
Según la Fed, el 15% de los bancos reportó un ajuste en los estándares de préstamos en los tres meses a enero, él más marcado desde inicios de los 90. ¿Le preocupará al resto del mundo lo que pase en EE.UU.? Sería tonto decir que lo que pase no marcará la diferencia.
The Economist
Y cuando los traders norteamericanos miraron las noticias de su propia economía -las débiles órdenes por bienes durables de las compañías, la preocupación ante las hipotecas "subprime", y los dichos de Alan Greenspan, nada menos, hablando de una posible recesión-, se aterrorizaron.
En el peor día para las acciones norteamericanas desde marzo de 2003, las órdenes de venta eran tantas que en un minuto la New York Stock Exchange no fue capaz de procesarlas todas.
Últimamente, los inversionistas han estado buscando sin muchos miramientos los retornos en cualquier parte, y no hay poco invertido en el mercado de private equity. En estos últimos días se les recordó que esto puede ser un juego peligroso.
Para arriba, en forma aguda, se fue la medida estándar de la volatibilidad del mercado de valores, en sí mismo un ítem transable. Para arriba también se fueron los spreads de crédito de los bonos corporativos, especialmente los del tipo más apreciado, al igual que la deuda de los mercados emergentes y el precio de los seguros ante un default.
Y también para arriba se fue el yen, que había sido empujado hacia abajo estas últimas semanas por los "carry traders", que se endeudaban barato en Japón y prestaban en otros lados.
Nadie sabe aún si el remezón de esta semana marca una pausa antes de que los precios se muevan serena y nuevamente hacia arriba; o sea, el comienzo de un remezón propiamente tal.
Una aparente causa del bajón de Shanghai: el rumor de la planificación de un impuesto sobre las ganancias de capital de las acciones, fue negado.
Nerviosismo
El mercado se mantuvo ahí el 28 de febrero, pero cayó nuevamente al día siguiente. Los mercados en Europa y en otras partes de Asia estaban nerviosos, aun cuando Ben Bernanke, el sucesor de Alan Greenspan en la Reserva Federal, parece haber tranquilizado a Wall Street.
Dado que la gente aún argumenta sobre las razones de las caídas del 2000, 1987 y 1929, sería prematuro, por decir lo menos, amarrar demasiado los eventos de esta semana a causas económicas básicas.
Uno puede decir, por cierto, que la caída en el mercado chino bien podía ser el movimiento necesario de los mercados para que le den una segunda mirada a los riesgos que se están tomando.
El punto natural para empezar es la economía norteamericana. Mucho antes de la confirmación del 28 de febrero se esperaba la revisión descendiente del crecimiento del PIB del cuarto trimestre, a una cifra anualizada de 2,2%. Y la economía parece haber empezado el año letárgicamente (aun cuando el clima frío ha hecho que sea más difícil decirlo que otras veces). Ha habido signos de que el mercado de bonos se ha dividido, con retornos de los bonos del Tesoro cayendo en las últimas semanas.
Hasta esta semana, de todas formas, los mercados para acciones y otras cosas no parecen haber tomado todo en cuenta. Ahora quizás lo hagan.
Un signo de que las cosas están deteniéndose viene dado por la forma de las molestosas órdenes por bienes durables, que cayeron 7,8% en enero, mucho más de lo esperado, incluso después de la sorprendentemente baja demanda por los aviones.
Es un hecho que las firmas norteamericanas han estado bastante reticentes a invertir en este tiempo, considerando lo barato que estaba endeudarse y las grandes utilidades que habían estado entrando a sus cofres, pero esto fue sorprendente.
Que las empresas norteamericanas no están confiadas de poder invertir rentablemente se ve reflejado en las proyecciones para el crecimiento de las utilidades, que han caído después de estar por dos años y medio en el territorio de los dos dígitos.
Después de haber revisado e investigado los números de los últimos años y de ajustarlos a los cambio de las reglas de contabilidad, Albert Edwards, un observador de mercado de Dresdner Kleinwort, calcula que el registro reciente de las utilidades de las firmas no financieras no es más impresionante que a mediados de los 90.
Viviendas
Una segunda fuente de preocupaciones, y quizás la más grande, es el mercado de viviendas. La visión más común habla de esto. Cierto, el mercado de viviendas ha bajado. La caída en la inversión residencial ha hecho tambalear las cifras del PIB, pero el mercado parece estar estableciéndose nuevamente.
Y el gasto de los consumidores ha seguido alegremente hacia adelante. Basta mirar las cuentas del cuarto trimestre: el consumo fue lo suficientemente fuerte como para explicar el crecimiento del PIB, y más. Además, el stock de viviendas existentes, relativo a la demanda mensual, se mantiene alto y el exceso de casas nuevas se está elevando.
La abundancia de viviendas probablemente influya en los precios y en las construcciones -y, por lo tanto, en la economía- durante un rato. En el riesgoso mercado de las hipotecas ya hay signos de problemas: los no pagos y las ejecuciones de una hipoteca han sido altísimos.
Esta semana, Freddie Mac, una de las dos compañías de hipoteca gigantes, anunció que reduciría sus compras de préstamos subprime, pero probablemente le vaya mal. El mercado del subprime es demasiado pequeño para tener mucho efecto agregado, pero las condiciones de crédito también se están volviendo un poco más malas para los deudores corrientes.
Según la Fed, el 15% de los bancos reportó un ajuste en los estándares de préstamos en los tres meses a enero, él más marcado desde inicios de los 90. ¿Le preocupará al resto del mundo lo que pase en EE.UU.? Sería tonto decir que lo que pase no marcará la diferencia.
The Economist
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