Los equipos de trabajo soñados terminan en pesadilla. ¿Por qué?
El gerente de HR creía que había armado el equipo ideal. Allí estaban todos los talentos más brillantes de la organización. Sin embargo, el rendimiento dejaba mucho que desear y , a los pocos meses, muchos miembros no se dirigían la palabra...
Posiblemente no exista metáfora más trillada para el trabajo en equipo que la famosa foto de los ocho remeros perfectamente sincronizados. En ella vemos colaboración, sacrificio, espíritu de grupo y objetivos comunes.
Pero, a veces, la metáfora puede inducirnos en error. Las cosas no siempre son como aparecen en las publicidades. Dos profesores de Harvard Business School visitaron el campo de entrenamiento de un equipo de remo universitario para evaluar los elementos de liderazgo, motivación y dinámica grupal en esta verdadera metáfora viviente.
Cuando llegaron al campo de entrenamiento, el coach de remo de la Academia Militar de los Estados Unidos estaba en aprietos. En los últimos meses había formado su "dream team". Mediante complejos estudios cuantitativos había escogido a los mejores ocho remeros individuales.
Al principio, el equipo había funcionado de maravilla. Sin embargo, un par de derrotas en entrenamientos contra el equipo suplente había disparado reproches entre los titulares. A medida que se espesaba el ambiente del grupo, el rendimiento decaía y las derrotas se volvían más humillantes. Los titulares habían caído en una espiral de bajo rendimiento.
¿Cómo es posible que un equipo formado por los mejores remeros individuales pierda sistemáticamente contra atletas menos talentosos?
Según los investigadores de Harvard, las características individuales no lo son todo a la hora de armar un equipo. Al fin y al cabo, los ocho mejores remeros individuales no necesariamente alcanzarán el máximo rendimiento grupal. Incluso, es posible que pierdan contra un equipo menos talentoso pero más coordinado.
La extrapolación a la realidad organizacional es evidente. No siempre los equipos de mayor performance son aquellos formados por los trabajadores individualmente más talentosos.
Tan importante como el talento, advierten los investigadores de Harvard, es la química entre los miembros del grupo. Todo equipo debe contar con una persona que tal vez no sea una experta en cuestiones técnicas pero que "sume para el grupo".
Muy bien, esa es la forma de armar los equipos. ¿Qué hacer con un equipo que ha caído en una espiral descendente? ¿Puede arreglarse?
Según los expertos de Harvard, en muchos casos no queda otra alternativa más que disolver el equipo y reasignar a sus miembros a otros grupos de trabajo. En otros casos, una charla larga y tendida entre los integrantes puede servir para limar asperezas y recuperar la coordinación perdida.
MATERIABIZ
Pero, a veces, la metáfora puede inducirnos en error. Las cosas no siempre son como aparecen en las publicidades. Dos profesores de Harvard Business School visitaron el campo de entrenamiento de un equipo de remo universitario para evaluar los elementos de liderazgo, motivación y dinámica grupal en esta verdadera metáfora viviente.
Cuando llegaron al campo de entrenamiento, el coach de remo de la Academia Militar de los Estados Unidos estaba en aprietos. En los últimos meses había formado su "dream team". Mediante complejos estudios cuantitativos había escogido a los mejores ocho remeros individuales.
Al principio, el equipo había funcionado de maravilla. Sin embargo, un par de derrotas en entrenamientos contra el equipo suplente había disparado reproches entre los titulares. A medida que se espesaba el ambiente del grupo, el rendimiento decaía y las derrotas se volvían más humillantes. Los titulares habían caído en una espiral de bajo rendimiento.
¿Cómo es posible que un equipo formado por los mejores remeros individuales pierda sistemáticamente contra atletas menos talentosos?
Según los investigadores de Harvard, las características individuales no lo son todo a la hora de armar un equipo. Al fin y al cabo, los ocho mejores remeros individuales no necesariamente alcanzarán el máximo rendimiento grupal. Incluso, es posible que pierdan contra un equipo menos talentoso pero más coordinado.
La extrapolación a la realidad organizacional es evidente. No siempre los equipos de mayor performance son aquellos formados por los trabajadores individualmente más talentosos.
Tan importante como el talento, advierten los investigadores de Harvard, es la química entre los miembros del grupo. Todo equipo debe contar con una persona que tal vez no sea una experta en cuestiones técnicas pero que "sume para el grupo".
Muy bien, esa es la forma de armar los equipos. ¿Qué hacer con un equipo que ha caído en una espiral descendente? ¿Puede arreglarse?
Según los expertos de Harvard, en muchos casos no queda otra alternativa más que disolver el equipo y reasignar a sus miembros a otros grupos de trabajo. En otros casos, una charla larga y tendida entre los integrantes puede servir para limar asperezas y recuperar la coordinación perdida.
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