Competencias: necesidad laboral
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Las empresas recurren a diferentes estrategias: contratar líderes y gerentes de prestigio -no siempre acertados, aplicar técnicas y teorías que van desde la inteligencia emocional hasta el coaching, entre otras, cuyo fin es maximizar la eficiencia y la productividad corporativas.
Sin embargo, ningún resultado exitoso se podría obtener sin la participación del capital humano, que es el responsable final de la supervivencia, posicionamiento y dinámica de las compañías, no importa su tamaño ni sector.
En consecuencia, si gran parte del componente está constituido por la gente, no es posible hablar de un buen desempeño sin las competencias laborales, que son genéticamente similares a lo que Adam Smith, el autor de La Riqueza de las Naciones, popularizó con el concepto de ‘la división del trabajo’.
Pero ¿En qué consiste? ¿Existe en Colombia una formación orientada hacia este esquema? ¿Cómo se certifican las destrezas y habilidades?
Entre las múltiples definiciones de competencias laborales existe una de aceptación universal que es la formulada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), según la cual "es la construcción social de aprendizajes significativos y útiles para el desempeño productivo en una situación real de trabajo que se obtiene no solo a través de la instrucción sino también -y en gran medida- mediante el aprendizaje por experiencia en situaciones laborales concretas".
La focalización de actividades, teniendo en cuenta las habilidades, actitudes, disposición y conocimientos del empleado, permite una mayor eficiencia, potencializa los estándares de calidad, contribuye a la motivación, genera ambientes propicios para la innovación y el aprendizaje, aclara el panorama de selección de personal y facilita el manejo de los criterios de compensación salarial en las organizaciones.
El trabajador, entre tanto, se siente satisfecho con el oficio, la actividad o la profesión que desempeña y no se cree ubicado en un lugar para el cual no fue formado o que le signifique complicaciones para lograr las metas y objetivos propuestos por la dirección.
¿En qué anda Colombia?
Una de las grandes preocupaciones del sector empresarial es el divorcio existente entre la formación académica y la oferta laboral, porque aunque en el país se han hecho esfuerzos para armonizar las carreras y la calidad de la educación con los requerimientos del sector productivo, la realidad está lejos del ritmo que imponen la globalización y la sociedad de la información.
“La pertinencia debe ser una de las grandes metas, pues de nada sirve formar técnicos, tecnólogos o profesionales si no están preparados adecuadamente para las exigencias del mundo laboral actual”, dijo la ministra de Educación, Cecilia María Vélez, en una de las mesas de trabajo para la elaboración del Plan Decenal.
Por tanto, en el nuevo enfoque educativo, se busca conciliar las competencias académicas con las laborales, estas últimas definidas como el conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que aplicadas o demostradas en situaciones del ámbito productivo se traducen en resultados efectivos que contribuyen al logro de los objetivos de la organización.
Según un documento del Ministerio de Educación Nacional (MEN) que recoge las aspiraciones del nuevo Plan Decenal, el desarrollo de competencias laborales en los estudiantes contribuye a su capacidad para conseguir trabajo, mantenerse en él y aprender elementos propios del mismo, así como para propiciar su propio empleo, asociarse con otros y generar empresas o unidades productivas de carácter asociativo y cooperativo.
A la vez, este proceso se constituye en la base de la certificación laboral y de la modernización, en cuya formación deben participar los empresarios, trabajadores y gremios, desde la estrategia de identificación de las habilidades hasta la formulación de los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Gente para el futuro
Dentro de las competencias laborales se encuentran las profesionales, es decir aquellas que posibilitan desempeños flexibles, creativos y competitivos en un campo específico, e impulsan el mejoramiento continuo del ser, del saber y del hacer.
¿Pero cuáles son las funciones de las competencias en todos los niveles del proceso educativo y por qué la necesidad de fomentarlas como plan estratégico? El MEN tiene las respuestas:
1. Introducen una dinámica común en la que no basta que en el proceso formativo se adquieran conocimientos; es imperativo ponerlos en acción.
El estudiante, y por supuesto también el docente, deben ser capaces de aplicar sus conocimientos en contextos determinados, saber sortear situaciones novedosas a partir de un marco conceptual y práctico previamente adquirido.
2. Facilitan la identificación de los aspectos sustanciales de cada tipo de formación; de esta manera es posible distinguir entre las competencias que se espera tenga una persona en cada nivel o tipo de capacitación.
3. Allanan la movilidad entre los distintos niveles y clases de formación. Por ejemplo, se sabe qué esperar del estudiante de formación media que desea ingresar a la educación superior, y en caso de no contar con las competencias requeridas, se puede iniciar un proceso de refuerzo.
También contribuye, señala el Ministerio, a la movilidad por ciclos propedéuticos, pues permite saber qué grado de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes se esperan como condición para finalizar un ciclo e iniciar el otro.
4. Facilitan la actualización permanente de los titulares de las competencias. En un entorno cambiante como el actual deben estar siempre en condiciones de ampliar, adecuar o adquirir unas nuevas, según las necesidades que el entorno imponga o los aspectos por los que el titular opte.
Hermógenes Ardila, elempleo.com
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