¿Se viene el colapso de Ford?
Las automotrices norteamericanas al borde del nocaut. Chrysler prepara una profunda reestructuración, las ventas de GM se derrumbaron un 16 por ciento, Ford está en coma. Los analistas lanzan profecías apocalípticas. ¿Es el final de la industria automotriz estadounidense?
Los datos son alarmantes. Durante el 2006, las tres grandes automotrices estadounidenses perdieron dinero (algo que no ocurría desde 1991). Chrysler prepara un profundo plan de reestructuración. General Motors, cuyas ventas cayeron un 16 por ciento, está a punto de perder con Toyota el liderazgo del mercado estadounidense. Ford, por su parte, atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia. Su facturación se desplomó casi un 20 por ciento durante 2006.
Ahora, GM, Ford y Chrysler sólo poseen el 50,6 por ciento del market share estadounidense. Las compañías asiáticas muerden el 42 por ciento, un récord histórico. Sombrío panorama para las otrora orgullosas Big Three de Detroit.
En el artículo The Auto Industry, on the Road to Disaster or Recovery, John Paul MacDuffie, el experto en industria automotriz de Wharton Business School ofrece un análisis de las duras perspectivas de los fabricantes norteamericanos.
Según el especialista, la crisis se debe, en buena medida, a la decadencia del paradigma de las camionetas cuatro por cuatro. Las Sport Utility Vehicle (o SUV, como las llaman en los Estados Unidos) tuvieron su época de gloria a fines de los '90 y principios de este siglo.
En aquellos tiempos, al verse amenazadas por los vehículos compactos asiáticos, las Big Three apostaron por las todo terreno. Las grandes del automóvil norteamericano tenían mayor experiencia que los productores asiáticos en la fabricación de vehículos de gran porte.
Apalancándose sobre esta ventaja, las Big Three recompusieron su deteriorada situación y recuperaron terreno ante la invasión asiática. Pero claro, la estrategia sólo podría dar resultado mientras los norteamericanos siguieran demandando los SUV.
Y esto ya no es tan evidente. En los últimos años, los gustos de los consumidores volvieron a inclinarse hacia los vehículos de menor porte. Por otro lado, también empezaron a llegar camionetas asiáticas a precios muy competitivos. Y las Big Three, que no tenían un plan de contingencia, quedaron descolocadas. Así comenzó una profunda ola de cierre de plantas y recortes de miles de puestos de trabajo.
El caso de Ford merece un análisis más detallado. Hace una década, la compañía del célebre modelo T parecía estar transitando el camino correcto para adaptarse a la nueva economía.
El CEO Jacques Nasser había apostado por un redireccionamiento estratégico para reposicionar a la compañía de un mero fabricante de automóviles en un proveedor integral de bienes de consumo. "Así será el nuevo negocio", decían. Wall Street aplaudió la estrategia.
Pero los mejores augurios terminaron en el desastre. La explosión de la burbuja puntocom acabó con el sueño. Además, Ford tomó una serie de malas decisiones de marketing. Su intento de colocar a sus marcas premium (Jaguar, Land Rover y Aston Martin) bajo una especie de paraguas único no dio resultados.
Y si a esto sumamos el ocaso de las SUV y el incremento de la competencia asiática, vemos que nada ha salido bien para Ford en los últimos años.
Ahora, la compañía enfrenta un profundo proceso de achicamiento y se ha endeudado hasta la médula para reestructurar su portafolio de marcas. Con el agua por el cuello, Ford anunció que recién en el 2009 volverá a tener beneficios (y muchos analistas no creen que pueda cumplir con el plazo). Ahora, la pregunta que todos se hacen es: "¿Hasta dónde estará dispuesta a financiarla Wall Street?"
Pero eso no es todo. La maldición asiática seguirá amargando a los ejecutivos de Detroit por muchos años más. Ahora están llegando nuevos competidores chinos e indios con autos low-cost para el segmento de menor poder adquisitivo.
¿Podría ser peor el panorama? ¿Qué ocurrirá de aquí a veinte años? ¿Seguirá habiendo una industria automotriz en los Estados Unidos? ¿Colapsarán finalmente las Big Three como símbolo de la muerte de la vieja economía?
"No tan rápido", advierte el experto de Wharton. No es la primera vez que los analistas lanzan apocalípticas profecías sobre la inexorable extinción de los dinosaurios de Detroit. Muchas ya han sufrido serias crisis y se han recuperado. Habrá que ver si esta vez será diferente.
MATERIABIZ
Ahora, GM, Ford y Chrysler sólo poseen el 50,6 por ciento del market share estadounidense. Las compañías asiáticas muerden el 42 por ciento, un récord histórico. Sombrío panorama para las otrora orgullosas Big Three de Detroit.
En el artículo The Auto Industry, on the Road to Disaster or Recovery, John Paul MacDuffie, el experto en industria automotriz de Wharton Business School ofrece un análisis de las duras perspectivas de los fabricantes norteamericanos.
Según el especialista, la crisis se debe, en buena medida, a la decadencia del paradigma de las camionetas cuatro por cuatro. Las Sport Utility Vehicle (o SUV, como las llaman en los Estados Unidos) tuvieron su época de gloria a fines de los '90 y principios de este siglo.
En aquellos tiempos, al verse amenazadas por los vehículos compactos asiáticos, las Big Three apostaron por las todo terreno. Las grandes del automóvil norteamericano tenían mayor experiencia que los productores asiáticos en la fabricación de vehículos de gran porte.
Apalancándose sobre esta ventaja, las Big Three recompusieron su deteriorada situación y recuperaron terreno ante la invasión asiática. Pero claro, la estrategia sólo podría dar resultado mientras los norteamericanos siguieran demandando los SUV.
Y esto ya no es tan evidente. En los últimos años, los gustos de los consumidores volvieron a inclinarse hacia los vehículos de menor porte. Por otro lado, también empezaron a llegar camionetas asiáticas a precios muy competitivos. Y las Big Three, que no tenían un plan de contingencia, quedaron descolocadas. Así comenzó una profunda ola de cierre de plantas y recortes de miles de puestos de trabajo.
El caso de Ford merece un análisis más detallado. Hace una década, la compañía del célebre modelo T parecía estar transitando el camino correcto para adaptarse a la nueva economía.
El CEO Jacques Nasser había apostado por un redireccionamiento estratégico para reposicionar a la compañía de un mero fabricante de automóviles en un proveedor integral de bienes de consumo. "Así será el nuevo negocio", decían. Wall Street aplaudió la estrategia.
Pero los mejores augurios terminaron en el desastre. La explosión de la burbuja puntocom acabó con el sueño. Además, Ford tomó una serie de malas decisiones de marketing. Su intento de colocar a sus marcas premium (Jaguar, Land Rover y Aston Martin) bajo una especie de paraguas único no dio resultados.
Y si a esto sumamos el ocaso de las SUV y el incremento de la competencia asiática, vemos que nada ha salido bien para Ford en los últimos años.
Ahora, la compañía enfrenta un profundo proceso de achicamiento y se ha endeudado hasta la médula para reestructurar su portafolio de marcas. Con el agua por el cuello, Ford anunció que recién en el 2009 volverá a tener beneficios (y muchos analistas no creen que pueda cumplir con el plazo). Ahora, la pregunta que todos se hacen es: "¿Hasta dónde estará dispuesta a financiarla Wall Street?"
Pero eso no es todo. La maldición asiática seguirá amargando a los ejecutivos de Detroit por muchos años más. Ahora están llegando nuevos competidores chinos e indios con autos low-cost para el segmento de menor poder adquisitivo.
¿Podría ser peor el panorama? ¿Qué ocurrirá de aquí a veinte años? ¿Seguirá habiendo una industria automotriz en los Estados Unidos? ¿Colapsarán finalmente las Big Three como símbolo de la muerte de la vieja economía?
"No tan rápido", advierte el experto de Wharton. No es la primera vez que los analistas lanzan apocalípticas profecías sobre la inexorable extinción de los dinosaurios de Detroit. Muchas ya han sufrido serias crisis y se han recuperado. Habrá que ver si esta vez será diferente.
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