¿Cómo lidiar con aquel brillante empleado problemático?
Es arrogante, falta sin aviso, llega tarde y hasta va a trabajar borracho. Pero le hace ganar millones a la empresa...
El talento es un factor esencial para el éxito. Las corporaciones realizan cada vez mayores esfuerzos en contratar los trabajadores más capaces. Pero, ¿qué pasa cuando esa maravillosa materia gris viene en el envase de un niño malcriado que no se adapta al rigor corporativo?
Brillantes trabajadores problemáticos suelen encontrarse, en mayor o menor medida, en casi todas las corporaciones. El artículo "One for All or One for One?" de Wharton Business School trata esta cuestión que, además del management de capital humano, involucra a la ética y la cultura organizativa.
¿Hasta dónde tolerar las excentricidades? ¿Hasta qué punto conviene retener a un empleado que no se adapta a la disciplina de la tropa?
Los especialistas no se ponen de acuerdo. El profesor de management de Wharton, Lawrence Hrebiniak, se muestra conciliador: siempre y cuando el comportamiento no exceda los límites de lo civilizado, resulta más conveniente tolerar algunas excentricidades. Los privilegios otorgados al empleado estrella deben entenderse como una suerte de compensación por los invaluables servicios prestados. La consultora Linda Richardson sugiere que, antes de despedirlo, es mejor intentar alguna estrategia de coaching o counseling para convencerlo de que se adapte a las reglas organizativas.
Sin embargo, advierte la profesora de Wharton Katherine Nelson, otorgar un tratamiento especial a un empleado estrella puede convertirse en una bomba de tiempo cultural. ¿Cómo puede una empresa declarar prioritario el buen trato hacia sus empleados mientras tolera abusos? Publicitar hacia afuera la adherencia a nobles valores que no se respetan puertas adentro es dinamita para la credibilidad.
El experto en ética corporativa, Thomas Dunfee, prefiere por cortar por lo sano. Los empleados estrella, a pesar de su inigualable talento, acaban corrompiendo a la organización porque creen que las reglas no se les aplican. ¿El resultado? Tarde o temprano el resto de la tropa se hundirá en la desmotivación. Las consecuencias son imprevisibles. Puede ocurrir que el resto de los empleados imiten el mal ejemplo de la estrella y se produzca un desorden generalizado. También es posible que el resto comience a abandonar la organización.
En definitiva, ¿qué hacer con los brillantes empleados problemáticos? La discrepancia de opinión entre los distintos especialistas sugiere que tal vez no haya una respuesta única. Posiblemente, la empresa deba colocar sobre la balanza dos factores: por un lado, el enorme aporte de la estrella. Por el otro, el trabajo en equipo, la cultura corporativa y los valores éticos. ¿Cuál es la mejor apuesta?
La respuesta depende de las prioridades de cada compañía. El profesor Hrebiniak advierte que jugarse por el empleado estrella es como comprar un bono basura. Conservar la superestrella es una apuesta que puede dar excelentes resultados. Pero el riesgo es altísimo. ¿Estaría usted dispuesto a tolerarlo?
Clarin
El talento es un factor esencial para el éxito. Las corporaciones realizan cada vez mayores esfuerzos en contratar los trabajadores más capaces. Pero, ¿qué pasa cuando esa maravillosa materia gris viene en el envase de un niño malcriado que no se adapta al rigor corporativo?
Brillantes trabajadores problemáticos suelen encontrarse, en mayor o menor medida, en casi todas las corporaciones. El artículo "One for All or One for One?" de Wharton Business School trata esta cuestión que, además del management de capital humano, involucra a la ética y la cultura organizativa.
¿Hasta dónde tolerar las excentricidades? ¿Hasta qué punto conviene retener a un empleado que no se adapta a la disciplina de la tropa?
Los especialistas no se ponen de acuerdo. El profesor de management de Wharton, Lawrence Hrebiniak, se muestra conciliador: siempre y cuando el comportamiento no exceda los límites de lo civilizado, resulta más conveniente tolerar algunas excentricidades. Los privilegios otorgados al empleado estrella deben entenderse como una suerte de compensación por los invaluables servicios prestados. La consultora Linda Richardson sugiere que, antes de despedirlo, es mejor intentar alguna estrategia de coaching o counseling para convencerlo de que se adapte a las reglas organizativas.
Sin embargo, advierte la profesora de Wharton Katherine Nelson, otorgar un tratamiento especial a un empleado estrella puede convertirse en una bomba de tiempo cultural. ¿Cómo puede una empresa declarar prioritario el buen trato hacia sus empleados mientras tolera abusos? Publicitar hacia afuera la adherencia a nobles valores que no se respetan puertas adentro es dinamita para la credibilidad.
El experto en ética corporativa, Thomas Dunfee, prefiere por cortar por lo sano. Los empleados estrella, a pesar de su inigualable talento, acaban corrompiendo a la organización porque creen que las reglas no se les aplican. ¿El resultado? Tarde o temprano el resto de la tropa se hundirá en la desmotivación. Las consecuencias son imprevisibles. Puede ocurrir que el resto de los empleados imiten el mal ejemplo de la estrella y se produzca un desorden generalizado. También es posible que el resto comience a abandonar la organización.
En definitiva, ¿qué hacer con los brillantes empleados problemáticos? La discrepancia de opinión entre los distintos especialistas sugiere que tal vez no haya una respuesta única. Posiblemente, la empresa deba colocar sobre la balanza dos factores: por un lado, el enorme aporte de la estrella. Por el otro, el trabajo en equipo, la cultura corporativa y los valores éticos. ¿Cuál es la mejor apuesta?
La respuesta depende de las prioridades de cada compañía. El profesor Hrebiniak advierte que jugarse por el empleado estrella es como comprar un bono basura. Conservar la superestrella es una apuesta que puede dar excelentes resultados. Pero el riesgo es altísimo. ¿Estaría usted dispuesto a tolerarlo?
Clarin
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