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CAPACITACION EN COSTOS Y GESTION

Prestar dinero, un negocio sobrio... y con momentos de locura

Actualmente, muchos préstamos no están ocurriendo a través de los mercados públicos de acciones ni los mercados de bonos, y tampoco de forma exclusiva a través de los bancos. Falta de regulación es uno de los principales peligros.

Prestar dinero es un negocio sobrio, que tiene momentos de locura. La indulgencia de los prestamistas genoveses de Felipe II de España, con su costoso gusto por la guerra, fueron la causa no sólo de la primera bancarrota soberana del mundo en 1557, sino también de la segunda, la tercera y la cuarta.

Los prestamistas reciclaron petrodólares a los países del tercer mundo en los años 70 bajo la ingenua creencia de que si no pueden reventarse, no van a caer en no pago de deuda.

El mundo nuevamente está en un apretón de una fiesta de préstamos, pero esta vez es a las compañías más que a los países. Lo que es impresionante es que mucho de estos préstamos no están ocurriendo a través de los mercados públicos de acciones ni los mercados de bonos, tampoco de forma exclusiva a través de los bancos.

La emisión de créditos sindicados saltó a US$ 3,5 millones de millones el año pasado, desde US$ 2,3 millones de millones el 2000. Gracias al bajo costo de la deuda, los prestamistas privados, como por ejemplo los hedge funds, están extendiendo enormes cantidades de crédito a empresas y a otros privados. Abandonando las planicies iluminadas de las finanzas mundiales, el mercado de capital se está hundiendo en las sombras.

Para los financistas ese es un lugar atractivo. En los mercados más pequeños, menos regulados y menos transparentes, se puede hacer muchísimo dinero; y también pueden perderlo en una escala incluso más extravagante.

¿Ejemplos? Un grupo de inversionistas es ahora US$ 6 mil millones más pobre, después que Amaranth Advisors, un hedge fund que tenía cerca de US$ 9 mil millones administrados, sufrió perdidas catastróficas en un par de semanas con el tema de precios del gas natural.

Hay muchas oportunidades de que a otros les pase lo mismo que Amaranth, o incluso peor. Pero el tema va más allá, la gente de negocios tiene buenas razones para querer operar fuera del escrutinio público, pero el problema es que las vulnerabilidades de la deuda en el "lado oscuro" no han sido completamente probadas por la próxima acta de locura colectiva.

Las sombras son oscuras y dan susto porque nadie sabe a ciencia cierta cuáles son los secretos que esconde. Eso ha preocupado a los reguladores, y ciertamente hay razones para ello.

Antes la vida era más simple. Las compañías de fondos de pensiones y los fondos mutuos ponían el dinero en valores de los estados y en empresas listadas en la bolsa y esperaban que todo funcionara bien.

Apetito

Ahora las cosas son bastante más complicadas. Así como el mundo privado ha eclipsado los mercados públicos, las finanzas se han visto convulsionadas por un frenesí de creatividad impulsado por los computadores.

En cada etapa, los riesgos pueden convertirse en acciones, dividirse, reempaquetarse en valores, venderse y nuevamente dividirse. Las oportunidades sin fin para escribir contratos de instrumentos de deuda explican por qué el increíble valor de los contratos de derivados de crédito se ha disparado a US$ 26 millones de millones (unos US$ 9 millones de millones más que hace seis meses atrás y casi siete veces más que en 2003).

De muchas maneras, estos derivados complejos son buenos para las economías: permiten que los inversionistas se despidan del riesgo de los no pagos de los sujetos del crédito, y liberan a los prestamistas para prestar más. Dado que el riesgo se dispersa hacia quienes tienen apetito de él, entonces el sistema debiera ser más robusto.

The Economist

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