¿Por qué hay tantos chilenos inactivos?
Más de 5,7 millones de personas mayores de 16 años no buscan un empleo formal. La mayor holgura económica, entre otros factores, hace que las mujeres abandonen el mercado.
En una primera mirada, los chilenos no constituyen un pueblo entregado sin mesura al trabajo asalariado: cerca de la mitad de los connacionales en edad de trabajar prefiere otras actividades o simplemente se dedica a la contemplación.
Claro que en esta materia hay que ser en extremo cuidadosos para no caer en injusticias. Vamos por parte: en Chile, el 46% de las personas en edad de trabajar (de 16 años en adelante) se encuentra inactivo; vale decir, no trabaja ni busca empleo. Se trata de 5,7 millones de personas fuera de la fuerza de trabajo.
¿Mucho, poco, más o menos? Depende.
Quizás el mejor parámetro para saber qué tan bien dispuestos estamos al trabajo, es compararnos con los países que quisiéramos en algún minuto igualar en términos de ingreso per cápita.
Mientras acá la participación es de 54%, en los países que componen la OCDE (los treinta más industrializados del mundo) la tasa alcanza en promedio el 70% de la población en edad de laborar.
'Estamos muy mal', dirá alguien en tono de alarma. Pero ojo, que no hay que apresurarse. Tal como advierte el director del Centro de Gestión Laboral y Previsional de la Universidad de Chile, Germán Acevedo, es cierto que en aquella comparación los chilenos salen perdiendo, pero hay que tener "cuidado" con la edad de trabajar. Mientras el mundo desarrollado considera que sus ciudadanos están listos recién a los veinte, en Chile se considera que los niños de 16 ya están en edad de trabajar.
"Para un país con un ingreso per cápita de US$ 14 mil, es inconcebible que alguien de quince años esté trabajando. Pero cuando nos comparamos con países de un nivel de desarrollo similar al nuestro, también surge un problema de estadísticas: Chile es un país pobre, pero con estadísticas de país desarrollado".
Evidentemente, un sistema de estadísticas más acabado sirve, entre otras cosas, para desnudar realidades incómodas.
Pobres con esmero
Trabajo esforzado no siempre va a ser sinónimo de riqueza. Las cifras muestran con irrefutable claridad que las naciones más pobres del mundo también exhiben tasas de participación laboral muy por encima de las que puede mostrar Chile.
¿Pero cómo? Tal como advierte la directora del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Mariana Schkolnik, no hay que olvidar que en esta parte del mundo la mayor/menor participación laboral depende en gran medida de la necesidad: "Históricamente, la tasa de activos depende de la pobreza. Las mujeres, por ejemplo, se incorporan al trabajo en los extremos. En Bolivia y otros, por ejemplo, la participación laboral de la mujer es muy alta, justamente en los sectores más necesitados", dice.
Ese fenómeno es, precisamente, el que se revierte significativamente en Chile de la mano de la mayor holgura económica. De mediados de 2000 a la fecha, el número de inactivos creció drásticamente, pues cientos de miles de mujeres que se habían incorporado al mercado laboral durante la crisis, optaron por volver a sus tareas domésticas. Simplemente, los jefes de hogar comenzaron a conseguir empleo y ellas se retiraron a otros quehaceres.
Tampoco hay que olvidar que durante los '90 se sumaron 1,5 millón de jóvenes al sistema educacional. Muchos de ellos se restaron a la fuerza de trabajo.
Y un último dato: para el período junio-agosto, los hombres fuera de la fuerza de trabajo aumentaron 5,6% (se sumaron 93.520 inactivos más), mientras que entre las mujeres, este incremento fue de 3,6%, equivalente a 136 mil personas.
ACTIVOS
MIENTRAS acá la participación es de 54%, en los países que componen la OCDE la tasa alcanza el 70%.
Pablo Obregón Castro
En una primera mirada, los chilenos no constituyen un pueblo entregado sin mesura al trabajo asalariado: cerca de la mitad de los connacionales en edad de trabajar prefiere otras actividades o simplemente se dedica a la contemplación.
Claro que en esta materia hay que ser en extremo cuidadosos para no caer en injusticias. Vamos por parte: en Chile, el 46% de las personas en edad de trabajar (de 16 años en adelante) se encuentra inactivo; vale decir, no trabaja ni busca empleo. Se trata de 5,7 millones de personas fuera de la fuerza de trabajo.
¿Mucho, poco, más o menos? Depende.
Quizás el mejor parámetro para saber qué tan bien dispuestos estamos al trabajo, es compararnos con los países que quisiéramos en algún minuto igualar en términos de ingreso per cápita.
Mientras acá la participación es de 54%, en los países que componen la OCDE (los treinta más industrializados del mundo) la tasa alcanza en promedio el 70% de la población en edad de laborar.
'Estamos muy mal', dirá alguien en tono de alarma. Pero ojo, que no hay que apresurarse. Tal como advierte el director del Centro de Gestión Laboral y Previsional de la Universidad de Chile, Germán Acevedo, es cierto que en aquella comparación los chilenos salen perdiendo, pero hay que tener "cuidado" con la edad de trabajar. Mientras el mundo desarrollado considera que sus ciudadanos están listos recién a los veinte, en Chile se considera que los niños de 16 ya están en edad de trabajar.
"Para un país con un ingreso per cápita de US$ 14 mil, es inconcebible que alguien de quince años esté trabajando. Pero cuando nos comparamos con países de un nivel de desarrollo similar al nuestro, también surge un problema de estadísticas: Chile es un país pobre, pero con estadísticas de país desarrollado".
Evidentemente, un sistema de estadísticas más acabado sirve, entre otras cosas, para desnudar realidades incómodas.
Pobres con esmero
Trabajo esforzado no siempre va a ser sinónimo de riqueza. Las cifras muestran con irrefutable claridad que las naciones más pobres del mundo también exhiben tasas de participación laboral muy por encima de las que puede mostrar Chile.
¿Pero cómo? Tal como advierte la directora del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Mariana Schkolnik, no hay que olvidar que en esta parte del mundo la mayor/menor participación laboral depende en gran medida de la necesidad: "Históricamente, la tasa de activos depende de la pobreza. Las mujeres, por ejemplo, se incorporan al trabajo en los extremos. En Bolivia y otros, por ejemplo, la participación laboral de la mujer es muy alta, justamente en los sectores más necesitados", dice.
Ese fenómeno es, precisamente, el que se revierte significativamente en Chile de la mano de la mayor holgura económica. De mediados de 2000 a la fecha, el número de inactivos creció drásticamente, pues cientos de miles de mujeres que se habían incorporado al mercado laboral durante la crisis, optaron por volver a sus tareas domésticas. Simplemente, los jefes de hogar comenzaron a conseguir empleo y ellas se retiraron a otros quehaceres.
Tampoco hay que olvidar que durante los '90 se sumaron 1,5 millón de jóvenes al sistema educacional. Muchos de ellos se restaron a la fuerza de trabajo.
Y un último dato: para el período junio-agosto, los hombres fuera de la fuerza de trabajo aumentaron 5,6% (se sumaron 93.520 inactivos más), mientras que entre las mujeres, este incremento fue de 3,6%, equivalente a 136 mil personas.
ACTIVOS
MIENTRAS acá la participación es de 54%, en los países que componen la OCDE la tasa alcanza el 70%.
Pablo Obregón Castro
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