Matsushita, creador de Panasonic y el empresario más admirado por los gurúes del management
Asombrosa capacidad para sobreponerse a la adversidad, habilidad para el crisis management e inigualable instinto comercial fueron las claves de este empresario endiosado por los gurúes del management.
Nacido en 1894 en el pueblo japonés de Wasa, Konosuke fue el menor de los ocho hijos del matrimonio Matsushita. Cuando tenía apenas nueve años, su padre perdió todo especulando en el mercado del arroz. Konosuke tuvo que abandonar su hogar para mudarse a Osaka a trabajar como aprendiz en una fábrica de bicicletas.
Sin embargo, ya de adolescente tenía claro que quería crecer. Así, a los 15 años, empezó a trabajar en la Osaka Electric Light Company como asistente de cableado. Su carrera fue meteórica. A los 22 años llegó a inspector, la máxima posición a la que podía aspirar un técnico.
Habiendo alcanzado su techo en la empresa, Konosuke decidió abrir su propio camino. Con apenas 50 dólares que le había prestado su cuñado, fundó "Matsushita Electric Devices Manufacturing Works", dedicada a la manufactura de accesorios eléctricos.
Su primer éxito llegó de la mano de las lámparas para bicicletas, que Konosuke empezó a distribuir en todo Japón. El negocio floreció y la empresa fue incorporando nuevos productos como radios y planchas eléctricas. En 1922, Matsushita inauguró la nueva fábrica de su creciente firma.
En 1927, comenzó a distribuir sus productos bajo la firma "National". La ampliación del mercado le permitió aprovechar economías de escala y recortar los precios. Sin embargo, cuando todo parecía marchar viento en popa, la crisis mundial del '29 derrumbó sus planes de expansión. La premisa: sobrevivir.
Mientras en Japón los despidos masivos estaban a la orden del día, Matsushita, que sentía una responsabilidad directa por sus empleados, reasignó a sus trabajadores de planta al área de ventas para deshacerse de los excedentes de stock. La idea dio resultado. Tres meses después, la fábrica retomaba su ritmo normal.
En 1934, Konosuke fue de los primeros en fundar un instituto de capacitación para los empleados de su empresa. Allí, se dictaba un curso de tres años de ingeniería combinada con nociones de negocios.
La Segunda Guerra Mundial fue un tremendo golpe para Japón. La derrota (y las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki) habían dejado una economía en ruinas. Y también fueron días difíciles para Matsushita.
Las buenas épocas sólo regresaron con la ayuda norteamericana para la reconstrucción del antiguo Imperio del Sol Naciente. La reactivación del consumo amplió los mercados y el japonés medio accedió a artículos que, pocos años antes, consideraba lujos inalcanzables: televisores, lavarropas y heladeras. Matsushita se encargó de proporcionárselos.
A mediados de los '60, la economía japonesa volvía a entrar en recesión. Y Konosuke sacó a relucir sus dotes visionarias con la aplicación en su compañía de una serie de medidas que la resguardaban de los cambios inesperados en el ambiente de negocios.
En 1973, a los 79 años, Konosuke se retiró del día a día de los negocios para dedicar sus últimos años al desarrollo y explicación de la teoría filosófica, social y comercial que lo había llevado al éxito. Sus más de 40 libros vendieron más de cuatro millones de copias.
Konosuke Matsushita falleció el 27 de abril de 1989 a la edad de 94 años con una fortuna personal estimada en 3 mil millones de dólares. Tenía más de 200 empresas establecidas en 45 países y sus productos se comercializaban bajo marcas de primer nivel como Panasonic, National, JVC y Technics.
Sin embargo, no es su formidable imperio el mayor legado para los negocios. Su capacidad para sobreponerse a la adversidad, su habilidad para el crisis management, su instinto comercial y el desarrollo de modernas técnicas gerenciales lo han convertido en un caso de estudio para académicos de todo el mundo.
Tal vez, el caso más famoso sea el del célebre John Kotter, quien publicó un libro titulado: "El liderazgo de Matsushita. Lecciones del empresario más destacado del siglo XX". Con el tiempo, esta obra se ha convertido en un clásico que establece una correlación entre características personales y éxitos empresariales. Clarin.
Nacido en 1894 en el pueblo japonés de Wasa, Konosuke fue el menor de los ocho hijos del matrimonio Matsushita. Cuando tenía apenas nueve años, su padre perdió todo especulando en el mercado del arroz. Konosuke tuvo que abandonar su hogar para mudarse a Osaka a trabajar como aprendiz en una fábrica de bicicletas.
Sin embargo, ya de adolescente tenía claro que quería crecer. Así, a los 15 años, empezó a trabajar en la Osaka Electric Light Company como asistente de cableado. Su carrera fue meteórica. A los 22 años llegó a inspector, la máxima posición a la que podía aspirar un técnico.
Habiendo alcanzado su techo en la empresa, Konosuke decidió abrir su propio camino. Con apenas 50 dólares que le había prestado su cuñado, fundó "Matsushita Electric Devices Manufacturing Works", dedicada a la manufactura de accesorios eléctricos.
Su primer éxito llegó de la mano de las lámparas para bicicletas, que Konosuke empezó a distribuir en todo Japón. El negocio floreció y la empresa fue incorporando nuevos productos como radios y planchas eléctricas. En 1922, Matsushita inauguró la nueva fábrica de su creciente firma.
En 1927, comenzó a distribuir sus productos bajo la firma "National". La ampliación del mercado le permitió aprovechar economías de escala y recortar los precios. Sin embargo, cuando todo parecía marchar viento en popa, la crisis mundial del '29 derrumbó sus planes de expansión. La premisa: sobrevivir.
Mientras en Japón los despidos masivos estaban a la orden del día, Matsushita, que sentía una responsabilidad directa por sus empleados, reasignó a sus trabajadores de planta al área de ventas para deshacerse de los excedentes de stock. La idea dio resultado. Tres meses después, la fábrica retomaba su ritmo normal.
En 1934, Konosuke fue de los primeros en fundar un instituto de capacitación para los empleados de su empresa. Allí, se dictaba un curso de tres años de ingeniería combinada con nociones de negocios.
La Segunda Guerra Mundial fue un tremendo golpe para Japón. La derrota (y las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki) habían dejado una economía en ruinas. Y también fueron días difíciles para Matsushita.
Las buenas épocas sólo regresaron con la ayuda norteamericana para la reconstrucción del antiguo Imperio del Sol Naciente. La reactivación del consumo amplió los mercados y el japonés medio accedió a artículos que, pocos años antes, consideraba lujos inalcanzables: televisores, lavarropas y heladeras. Matsushita se encargó de proporcionárselos.
A mediados de los '60, la economía japonesa volvía a entrar en recesión. Y Konosuke sacó a relucir sus dotes visionarias con la aplicación en su compañía de una serie de medidas que la resguardaban de los cambios inesperados en el ambiente de negocios.
En 1973, a los 79 años, Konosuke se retiró del día a día de los negocios para dedicar sus últimos años al desarrollo y explicación de la teoría filosófica, social y comercial que lo había llevado al éxito. Sus más de 40 libros vendieron más de cuatro millones de copias.
Konosuke Matsushita falleció el 27 de abril de 1989 a la edad de 94 años con una fortuna personal estimada en 3 mil millones de dólares. Tenía más de 200 empresas establecidas en 45 países y sus productos se comercializaban bajo marcas de primer nivel como Panasonic, National, JVC y Technics.
Sin embargo, no es su formidable imperio el mayor legado para los negocios. Su capacidad para sobreponerse a la adversidad, su habilidad para el crisis management, su instinto comercial y el desarrollo de modernas técnicas gerenciales lo han convertido en un caso de estudio para académicos de todo el mundo.
Tal vez, el caso más famoso sea el del célebre John Kotter, quien publicó un libro titulado: "El liderazgo de Matsushita. Lecciones del empresario más destacado del siglo XX". Con el tiempo, esta obra se ha convertido en un clásico que establece una correlación entre características personales y éxitos empresariales. Clarin.
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