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El horóscopo es un hipertexto

"El horóscopo es hipertextual". El mejor alumno de Marshall Mc Luhan encabezó la conferencia "El cerebro es la pantalla". Lo último y lo que viene en tecnología de la mano de Internet, y cómo afecta las relaciones humanas.

"¿Quién lee el horóscopo?", preguntó, así, directamente el canadiense Derrick De Kerckhove –el mejor alumno de Marshall McLuhan– a su selecto auditorio el viernes pasado en el Espacio Fundación Telefónica. Fue durante la primera mitad de las jornadas Oda a la Electricidad, donde disertó sobre cómo la tecnología disponible en estos días y la que viene van a cambiar nuestra vida indefectiblemente.

Sobre el horóscopo, unos pocos levantaron la mano, extrañados. "Bueno –agregó el expositor– ustedes saben algo del lenguaje de Internet". Y pasó a explicar que las predicciones para cada día en salud, dinero y amor que leemos en el diario deben ser entendidas en relación a otras variables, como nuestra vida, de una forma que todavía no está incorporada del todo en nuestra cabeza: la hipertextualidad.

El catedrático de la Universidad de Toronto llegó a Buenos Aires para presentar sus hipótesis sobre cómo la electricidad moderna y post-moderna (la analógica y la digital) se encaminan hacia una electricidad cuántica en las ciudades contemporáneas a través de la tecnología móvil (wi-fi, wireless y los celulares). Donde "Internet se vuelve al modo orgánico del cuerpo humano, pero global": como el cuerpo reacciona ante una infección, la información que circula vuelve a la materia y la modifica. "Vivimos el mundo que queremos", sentenció, optimista.

El que se definió a sí mismo como "un integrado crítico de la tecnología" fue Alejandro Prince (director del Posgrado en Gobiernos Digitales de la UNTREF), que inauguró la conferencia con datos sobre la penetración de Internet en la población mundial según edades, poder socioeconómico en "etapas de convergencia" que concluyeron en que "estamos en la prehistoria del proceso tecnológico" que llegará a dar resultados –si los cálculos no fallan– hacia el año 2015/2020, cuando el 50 por ciento del mundo esté online.

Celebrando los 20 años de su casilla de correo electrónico, el director de Educ.ar Alejandro Piscitelli adscribió a la hipótesis del canadiense con ejemplos muy didácticos. Declaró que hoy Internet vive "una reedición del sentido eufórico y fundacional de la década del 90", cuando miles de empresas puntocom inundaron el ciberespacio y... casi todas fracasaron. "La biología (lo orgánico, a lo que tiende la tecnología según la premisa) es muy prolifera porque pocos sobreviven, los seres humanos somos los únicos que engendramos pocas crías".

Sin embargo, un poco menos optimista, explicó por qué la interface gráfica de Internet (los íconos para ejecutar programas y acciones) son un freno para el desarrollo del medio. "Si bien permitió una masificación, conserva las lógicas lineales que nos vienen imponiendo desde hace siglos", dijo y esclareció: "el cine se creó recién en los años 30, con la sintaxis del primer plano, no antes". Proponiendo la creación de narrativas propias para pensar la relación entre el hombre y la máquina en la etapa que se viene. Si bien admitió que la tecnología impulsó la complejización de la cultura popular, evidente en las series de televisión.

Mediante presentaciones powerpoint, los tres conferencistas se explayaron sobre muchos más conceptos y datos, tan interesantes como inabarcables en una reseña, que mostraron un panorama del futuro, en un rato. "La mente es la pantalla –dijo Derrick De Kerckhove– pero la pantalla también es la mente, ese es el modo cuántico de entender donde las cosas no son sino que tienden a ser, son más flexibles". Y si en recorridos la televisión va en un sentido (del emisor al receptor) y la PC plantea un ida y vuelta, la tecnología de los wireless nos rodea, nos toca casi, devolviéndole al tacto el lugar que perdió en la era de la imagen que vivimos actualmente. Y culminó con la proyección de la emotiva performance de los free hugs que recorrió el mundo YouTube mediante. Y todo terminó en un abrazo.

Marcela Mazzei

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