¿Cómo hablar de esos libros que nunca leíste?
Un francés tiene la fórmula (y la hizo libro). Según Pierre Bayard, un profesor de literatura de la Universidad de París, quienes no leen todo lo que "se supone" sienten culpa. Pero él encontró la solución: su libro "Cómo hablar de esos libros que usted nunca leyó" es una guía para lograrlo. Y, negando su punto de partida, ya es un best seller en Estados Unidos y Europa. Edición en castellano, se espera.
Kant, Hegel, Proust, Cervantes, Dostoievski, Shakespeare, Borges, Tolstoi, Baudelaire, Balzac, Virgilio, Sófocles, ¿seguimos? Obras completas. Clásicos. El Martín Fierro. ¿No lo leíste? Mmm, creo que sí. ¿Qué edición tenés vos? Los clásicos de la literatura. Los que hay que saber para "ser culto". Los que están de moda. ¡Ya basta! ¿Quién es capaz de jactarse de tanta lectura? Y, en todo caso, ¿quién la necesita en cantidades? Pero a algunos parece que les interesa leer MUCHO más que LEER (bien, o por placer, o por elección), y entonces, hay un libro para quienes se han sincerado de que, en realidad, leen contratapas, chusmean vidrieras, leen reseñas en diagonal, escuchan y repiten. Justamente un profesor de literatura francés, meca de la ilustración si las hay, escribió un libro para arreglárselas y hacer como que uno ya leyó más de lo que parece.
Advertencia uno: yo aún no lo leí. Pero leí la reseña. (Que nadie me culpe. Y no es que tampoco me dé culpa, aclaro).
Advertencia dos: parece que en Estados Unidos y Europa es un caso de bestsellerismo atroz, digno, claro, de esos libros que-todos-leyeron-y-nadie-dejó-de-leer. Porque el profesor Bayard, de 52 años, dice haber descubierto lo que todo lector de contratapas siente: "Los que no leen se sienten tremendamente culpables, y con este libro pueden sacarse esa culpa sin psicoanálisis. ¡Es tanto más barato!" (14,25 euros según Amazon Francia), confiesa.
Él dice
Algunos académicos, pero sobre todo editores, ya lo odiarán, o simplemente (ver abajo), dirán que es un idiota. Porque monsieur Bayard (recuerden, él es profesor de literatura) dice cosas tales como: 1) que no hay ninguna obligación de leer, 2) que todos los estudiantes de la facultad incluido él, leen exploratoriamente, 3) que ni los propios Montaigne o Paul Valery recordaban qué habían leído, 4) encuentra que personajes de Graham Greene o David Lodge se preguntan sobre la verdadera necesidad de leer, 5) se niega a que autores como Proust o Joyce intimiden. Y así. Bueno, para empezar, nada nuevo.
Y entonces, como si fuera un autor de autoayuda, vienen... ¡los consejos para el lector no lector! Y él encuentra todo mucho más fácil que las cátedras de literatura (que él mismo dicta): 1) Encontrarse con el autor de un libro sin haber leído su libro-, dice, es sencillo: lo único que el autor quiere es que uno le diga "me encantó tu libro", y nunca hay que entrar en detalles. 2) Las novias/os quieren que uno comparta su amor por un libro determinado, quieren compartir ese universo íntimo, y en esos casos, lo mejor es "la empatía silenciosa". 3) Hay que aprender de los alumnos, que tienen mucha experiencia en hablar de libros que nunca leyeron: recurrir a las contratapas, reseñas, comentarios públicos, o simplemente una conferencia del autor pueden ser de una gran ayuda. Y así sigue con tips que exasperarían a cualquiera, hasta llegar a uno fascinante: si uno no sabe de un libro, finalmente, es mucho más interesante inventar la propia historia. Su argumento: "Ser capaz de hablar finamente de algo no es mejor que ser capaz de hablar de literatura".
Bayard, que antes de este libro había escrito cosas algo oportunistas como "Cómo mejorar trabajos literarios", en el que se metió en los libros fracasados de Proust y Marguerite Duras, se defiende tranquilamente: "Es obvio que el autor de este libro no soy yo, es alguien que no leyó, alguien que no lee". Por el contrario, dice, su libro es una forma de ayudar a la gente a superar su miedo a la cultura: "A los alumnos se les pide leer y recordar cada detalle de lo que leen como si fuera un cuestionario. Esto es una aproximación lineal que sólo sirve para simplificar los libros, y entonces sufren culturalmente, porque creen que si no leyeron todo Proust se van a traumatizar", explica. Y concluye: "Me gusta escribir libros divertidos, y trato de usar el humor para meterme con temas complejos".
Ellos dicen
Consultados por Clarín.com, algunos escritores y expertos en lectura, opinaron sobre el libro de Bayard, y proponen algunas ideas más sobre un tema, que seguramente servirán para continuar el debate.
Jorge Aulicino, editor adjunto de la revista Ñ: "La culpa no le agarra al que lee poco sino al que ya lee. Es un sìndrome de los lectores.
Creo que es una jugada oportunista de este señor que especula justamente con el sentimiento que dice que tiene la gente y enseña a resolverlo de una manera hipócrita y logra, pradójicamente, un fenómeno de ventas. Pero que este libro venda habla de que debe existir esa culpa. La gente, en determinados ambientes, se siente incòmoda. Sin embargo, en general sucede que la gente frecuenta ambientes donde sus pares leyeron algo parecido.
Cuando realmente se dispone de cierto capital literario, uno entonces sortea eso, y termina leyendo lo que le gusta. Como decía Borges, 'la lectura obligatoria es una contradicción en los términos'. Y lo mismo pasa con los clásicos: si no te causan placer, mejor, no los leas."
Leopoldo Brizuela, escritor: "El otro día un librero de La Plata, amigo y estudiante de Letras, me dijo esta aberración que me confirmó que estoy gagá: 'No interesa la literatura, sino lo que se escribe sobre ella. Ya leeré a Silvina Ocampo, a Lamborghini, pero por el momento en la carrera estoy fascinado con la lectura de una profesora de la carrera sobre cómo se cruzan sus lecturas'. Tiendo a considerar a este profesor como esa profesora, pero en versión francesa.
Si el libro está bien escrito, si divierte y es original, como cualquier libro, merece ser leido cuando le llegue el momento a cada uno. No creo en los planes de lectura. Si no, si es otra taradez al estilo 'no lea, pero sienta que entiende todo lo que no leyó', bueh, formará parte de los personajes insignificantes de este comienzo de siglo. ¿Leer para darse dique en dónde?
Además, no es ninguna novedad. Hay enciclopedias enteras que resumen libros, antologías, todo Borges es una introducción a la literatura... Si el tipo es realmente brillante, digamos, si no es un divulgador, todo bien. Pero si llega a serlo, se sumará a la lista de licenciados incapaces de escribir una página pasable que se ponen a vengarse de los que erraron pero porque se animaron a escribir".
Guillermo Martínez, escritor: "El libro me parece un ladrillo más en la pared del lugar común tan falso como extendido de que la cultura es aburrida y que hay buscar maneras de salteársela lo más fácilmente posible porque lo divertido, ya se sabe, siempre sería otra cosa, por ejemplo, Gran Hermano, o veinticuatro horas de fútbol intravenoso. A cualquiera que le guste leer, un libro así le parece tan patético como inexplicable.
Creo que libros como este surgen porque para mucha gente la lectura es una asignatura pendiente y se sienten culpables de no haber leído algunos autores "obvios" que aparecen recurrentemente como referencias culturales. Por supuesto a todos nos falta leer casi todo, incluso de nuestras bibliotecas; la diferencia es que algunos quisiéramos leer más y no que nos ahorren el trámite. También porque da cierto "buen tono" en algunos círculos poder citar algunos libros y demostrar que ese casillero también está cubierto junto con otros más mundanos. Hay mucha gente dentro del mundo de "la cultura" para quienes la lectura ocasionalmente es un medio y no un fin (pienso en sufridos lectores de editoriales, en jurados de concursos literarios, en críticos de novedades mediocres, en periodistas culturales que deben entrevistar a un autor distinto cada semana, en escritores que reciben libros de sus colegas). Todos ellos deben fingir que saben de qué están hablando y supongo que algunos pueden llegar a leer sólo solapas o primeras líneas. Toda la cuestión es si a uno le gusta o no la literatura. A quien le gusta leer no le interesa "ahorrarse" buenos libros, como a quien le gusta el fútbol no le interesa que le ahorren noventa minutos y le cuenten sólo el resultado final.
En definitiva, me parecería más interesante hablar de por qué sí leer a Italo Calvino o sobre los debates estéticos subterráneos de unas y otras corrientes, o una entrevista a cualquiera de los jóvenes escritores argentinos que publican por primera vez."
Daniel Link, escritor y profesor de literatura de la Universidad de Buenos Aires: "Yo creo que el de Bayard es un fenómeno típicamente francés. Los extractos de libros, los resúmenes, son todo un género escolar en Francia.
Yo sospecho siempre que la tan cacareada crisis de la lectura es un invento de los departamentos de mercadotecnia para hacer sentir culpable a las personas que no leen.
Se lee lo que se quiere y lo que se necesita. No necesariamente lo que está de moda o lo que más se vende. Mis alumnos, por ejemplo, leen mucho y, por lo general, bien".
Mirta Castedo, directora de la Maestría y Especialización en Escritura y Alfabetización de la Universidad Nacional de La Plata: "En principio, me parece bastante mediocre partir del supuesto de que está bien mostrar que uno lee lo que no lee. Por otra parte, este profesor no descubrió nada: lo que dice acerca de cómo hacer para aparentar leer cuando no se lee, sucede bastante en la escuela secundaria y todos los profesores lo sabemos. Y, en todo caso, yo no veo tampoco que en los jovenes se sientan culpables por no leer. Ademas, es claro que el intercambio del mundo el común de ellos es el del cine, el de Internet, la lectura está en otro lugar.
Mi pregunta sería saber para qué hablar de libros que nunca leí y parece que esa pregunta está dirigida al público general y no a escolares. Pero, contradictoriamente, creo que en la única situación donde se exige esa lectura obligatoria es en la escuela. Y eso no es lo mejor de la escuela, la de leer por una cuestión desprovista de total deseo e interés.
Por otra parte, en el ámbito académico, yo nunca sentí que fuese una verguenza no leer algo, más vale estamos angustiados por todo lo que se publica y entonces la pregunta genuina es cómo hago para elegir qué leer de todo en el poco tiempo que tengo. Porque, evidentemente, cantidad de publicación no implica buena cantidad.
¿Cómo hago para elegir mejor qué leer? Primero, cuanto más se lee, mejores criterios de seleccion se tiene. Luego, es importante también aprender a hacer lecturas exploratorias para ver si compro el libro, si lo leo todo, si leo un capítulo, también de acuerdo al contexto para el que lea: si es para estudiar, si es por placer. En la antigüedad, se leía intensivamente, porque había pocos libros, y uno podía decir que había leído todo sobre algo. Pero hoy eso es imposible, y por lo tanto, la lectura tiene una entrada exploratoria, extensiva, y se considera que un buen lector puede desarrollar esas practicas y completarla con lectura intensiva de algunos temas y autores que le gusten o le interesen particularmente.
Y finalmente, ¿para qué necesitamos tanta lectura? No es un bien material que uno acumula como si acumulase arroz para no morirse de hambre durante la guerra. Es, en cambio, una actividad que tiene algún sentido para el sujeto que la practica, que tiene que ver con algún conflicto que uno está atravesando y la lectura lo vincula, o con fines practicos de la vida cotidiana, para estudiar, porque nos gusta, o simplemente porque es lindo.
Eso de mostrarle al otro la cantidad de lecturas tiene que ver con el consumismo , con cuántos libros leí, cuántas películas miré. Pero el problema no es de cantidad, sino de calidad. Lo que sí importa es lo que se lee, pero lo que se lee de verdad, para tener un mundo en común con los otros, sobre todo con otros con los que uno no tiene contacto diario. Pero para eso no sirve hacer como que se lee, sino que sirve leer.
Natalia Zuazo, Clarín.com
Kant, Hegel, Proust, Cervantes, Dostoievski, Shakespeare, Borges, Tolstoi, Baudelaire, Balzac, Virgilio, Sófocles, ¿seguimos? Obras completas. Clásicos. El Martín Fierro. ¿No lo leíste? Mmm, creo que sí. ¿Qué edición tenés vos? Los clásicos de la literatura. Los que hay que saber para "ser culto". Los que están de moda. ¡Ya basta! ¿Quién es capaz de jactarse de tanta lectura? Y, en todo caso, ¿quién la necesita en cantidades? Pero a algunos parece que les interesa leer MUCHO más que LEER (bien, o por placer, o por elección), y entonces, hay un libro para quienes se han sincerado de que, en realidad, leen contratapas, chusmean vidrieras, leen reseñas en diagonal, escuchan y repiten. Justamente un profesor de literatura francés, meca de la ilustración si las hay, escribió un libro para arreglárselas y hacer como que uno ya leyó más de lo que parece.
Advertencia uno: yo aún no lo leí. Pero leí la reseña. (Que nadie me culpe. Y no es que tampoco me dé culpa, aclaro).
Advertencia dos: parece que en Estados Unidos y Europa es un caso de bestsellerismo atroz, digno, claro, de esos libros que-todos-leyeron-y-nadie-dejó-de-leer. Porque el profesor Bayard, de 52 años, dice haber descubierto lo que todo lector de contratapas siente: "Los que no leen se sienten tremendamente culpables, y con este libro pueden sacarse esa culpa sin psicoanálisis. ¡Es tanto más barato!" (14,25 euros según Amazon Francia), confiesa.
Él dice
Algunos académicos, pero sobre todo editores, ya lo odiarán, o simplemente (ver abajo), dirán que es un idiota. Porque monsieur Bayard (recuerden, él es profesor de literatura) dice cosas tales como: 1) que no hay ninguna obligación de leer, 2) que todos los estudiantes de la facultad incluido él, leen exploratoriamente, 3) que ni los propios Montaigne o Paul Valery recordaban qué habían leído, 4) encuentra que personajes de Graham Greene o David Lodge se preguntan sobre la verdadera necesidad de leer, 5) se niega a que autores como Proust o Joyce intimiden. Y así. Bueno, para empezar, nada nuevo.
Y entonces, como si fuera un autor de autoayuda, vienen... ¡los consejos para el lector no lector! Y él encuentra todo mucho más fácil que las cátedras de literatura (que él mismo dicta): 1) Encontrarse con el autor de un libro sin haber leído su libro-, dice, es sencillo: lo único que el autor quiere es que uno le diga "me encantó tu libro", y nunca hay que entrar en detalles. 2) Las novias/os quieren que uno comparta su amor por un libro determinado, quieren compartir ese universo íntimo, y en esos casos, lo mejor es "la empatía silenciosa". 3) Hay que aprender de los alumnos, que tienen mucha experiencia en hablar de libros que nunca leyeron: recurrir a las contratapas, reseñas, comentarios públicos, o simplemente una conferencia del autor pueden ser de una gran ayuda. Y así sigue con tips que exasperarían a cualquiera, hasta llegar a uno fascinante: si uno no sabe de un libro, finalmente, es mucho más interesante inventar la propia historia. Su argumento: "Ser capaz de hablar finamente de algo no es mejor que ser capaz de hablar de literatura".
Bayard, que antes de este libro había escrito cosas algo oportunistas como "Cómo mejorar trabajos literarios", en el que se metió en los libros fracasados de Proust y Marguerite Duras, se defiende tranquilamente: "Es obvio que el autor de este libro no soy yo, es alguien que no leyó, alguien que no lee". Por el contrario, dice, su libro es una forma de ayudar a la gente a superar su miedo a la cultura: "A los alumnos se les pide leer y recordar cada detalle de lo que leen como si fuera un cuestionario. Esto es una aproximación lineal que sólo sirve para simplificar los libros, y entonces sufren culturalmente, porque creen que si no leyeron todo Proust se van a traumatizar", explica. Y concluye: "Me gusta escribir libros divertidos, y trato de usar el humor para meterme con temas complejos".
Ellos dicen
Consultados por Clarín.com, algunos escritores y expertos en lectura, opinaron sobre el libro de Bayard, y proponen algunas ideas más sobre un tema, que seguramente servirán para continuar el debate.
Jorge Aulicino, editor adjunto de la revista Ñ: "La culpa no le agarra al que lee poco sino al que ya lee. Es un sìndrome de los lectores.
Creo que es una jugada oportunista de este señor que especula justamente con el sentimiento que dice que tiene la gente y enseña a resolverlo de una manera hipócrita y logra, pradójicamente, un fenómeno de ventas. Pero que este libro venda habla de que debe existir esa culpa. La gente, en determinados ambientes, se siente incòmoda. Sin embargo, en general sucede que la gente frecuenta ambientes donde sus pares leyeron algo parecido.
Cuando realmente se dispone de cierto capital literario, uno entonces sortea eso, y termina leyendo lo que le gusta. Como decía Borges, 'la lectura obligatoria es una contradicción en los términos'. Y lo mismo pasa con los clásicos: si no te causan placer, mejor, no los leas."
Leopoldo Brizuela, escritor: "El otro día un librero de La Plata, amigo y estudiante de Letras, me dijo esta aberración que me confirmó que estoy gagá: 'No interesa la literatura, sino lo que se escribe sobre ella. Ya leeré a Silvina Ocampo, a Lamborghini, pero por el momento en la carrera estoy fascinado con la lectura de una profesora de la carrera sobre cómo se cruzan sus lecturas'. Tiendo a considerar a este profesor como esa profesora, pero en versión francesa.
Si el libro está bien escrito, si divierte y es original, como cualquier libro, merece ser leido cuando le llegue el momento a cada uno. No creo en los planes de lectura. Si no, si es otra taradez al estilo 'no lea, pero sienta que entiende todo lo que no leyó', bueh, formará parte de los personajes insignificantes de este comienzo de siglo. ¿Leer para darse dique en dónde?
Además, no es ninguna novedad. Hay enciclopedias enteras que resumen libros, antologías, todo Borges es una introducción a la literatura... Si el tipo es realmente brillante, digamos, si no es un divulgador, todo bien. Pero si llega a serlo, se sumará a la lista de licenciados incapaces de escribir una página pasable que se ponen a vengarse de los que erraron pero porque se animaron a escribir".
Guillermo Martínez, escritor: "El libro me parece un ladrillo más en la pared del lugar común tan falso como extendido de que la cultura es aburrida y que hay buscar maneras de salteársela lo más fácilmente posible porque lo divertido, ya se sabe, siempre sería otra cosa, por ejemplo, Gran Hermano, o veinticuatro horas de fútbol intravenoso. A cualquiera que le guste leer, un libro así le parece tan patético como inexplicable.
Creo que libros como este surgen porque para mucha gente la lectura es una asignatura pendiente y se sienten culpables de no haber leído algunos autores "obvios" que aparecen recurrentemente como referencias culturales. Por supuesto a todos nos falta leer casi todo, incluso de nuestras bibliotecas; la diferencia es que algunos quisiéramos leer más y no que nos ahorren el trámite. También porque da cierto "buen tono" en algunos círculos poder citar algunos libros y demostrar que ese casillero también está cubierto junto con otros más mundanos. Hay mucha gente dentro del mundo de "la cultura" para quienes la lectura ocasionalmente es un medio y no un fin (pienso en sufridos lectores de editoriales, en jurados de concursos literarios, en críticos de novedades mediocres, en periodistas culturales que deben entrevistar a un autor distinto cada semana, en escritores que reciben libros de sus colegas). Todos ellos deben fingir que saben de qué están hablando y supongo que algunos pueden llegar a leer sólo solapas o primeras líneas. Toda la cuestión es si a uno le gusta o no la literatura. A quien le gusta leer no le interesa "ahorrarse" buenos libros, como a quien le gusta el fútbol no le interesa que le ahorren noventa minutos y le cuenten sólo el resultado final.
En definitiva, me parecería más interesante hablar de por qué sí leer a Italo Calvino o sobre los debates estéticos subterráneos de unas y otras corrientes, o una entrevista a cualquiera de los jóvenes escritores argentinos que publican por primera vez."
Daniel Link, escritor y profesor de literatura de la Universidad de Buenos Aires: "Yo creo que el de Bayard es un fenómeno típicamente francés. Los extractos de libros, los resúmenes, son todo un género escolar en Francia.
Yo sospecho siempre que la tan cacareada crisis de la lectura es un invento de los departamentos de mercadotecnia para hacer sentir culpable a las personas que no leen.
Se lee lo que se quiere y lo que se necesita. No necesariamente lo que está de moda o lo que más se vende. Mis alumnos, por ejemplo, leen mucho y, por lo general, bien".
Mirta Castedo, directora de la Maestría y Especialización en Escritura y Alfabetización de la Universidad Nacional de La Plata: "En principio, me parece bastante mediocre partir del supuesto de que está bien mostrar que uno lee lo que no lee. Por otra parte, este profesor no descubrió nada: lo que dice acerca de cómo hacer para aparentar leer cuando no se lee, sucede bastante en la escuela secundaria y todos los profesores lo sabemos. Y, en todo caso, yo no veo tampoco que en los jovenes se sientan culpables por no leer. Ademas, es claro que el intercambio del mundo el común de ellos es el del cine, el de Internet, la lectura está en otro lugar.
Mi pregunta sería saber para qué hablar de libros que nunca leí y parece que esa pregunta está dirigida al público general y no a escolares. Pero, contradictoriamente, creo que en la única situación donde se exige esa lectura obligatoria es en la escuela. Y eso no es lo mejor de la escuela, la de leer por una cuestión desprovista de total deseo e interés.
Por otra parte, en el ámbito académico, yo nunca sentí que fuese una verguenza no leer algo, más vale estamos angustiados por todo lo que se publica y entonces la pregunta genuina es cómo hago para elegir qué leer de todo en el poco tiempo que tengo. Porque, evidentemente, cantidad de publicación no implica buena cantidad.
¿Cómo hago para elegir mejor qué leer? Primero, cuanto más se lee, mejores criterios de seleccion se tiene. Luego, es importante también aprender a hacer lecturas exploratorias para ver si compro el libro, si lo leo todo, si leo un capítulo, también de acuerdo al contexto para el que lea: si es para estudiar, si es por placer. En la antigüedad, se leía intensivamente, porque había pocos libros, y uno podía decir que había leído todo sobre algo. Pero hoy eso es imposible, y por lo tanto, la lectura tiene una entrada exploratoria, extensiva, y se considera que un buen lector puede desarrollar esas practicas y completarla con lectura intensiva de algunos temas y autores que le gusten o le interesen particularmente.
Y finalmente, ¿para qué necesitamos tanta lectura? No es un bien material que uno acumula como si acumulase arroz para no morirse de hambre durante la guerra. Es, en cambio, una actividad que tiene algún sentido para el sujeto que la practica, que tiene que ver con algún conflicto que uno está atravesando y la lectura lo vincula, o con fines practicos de la vida cotidiana, para estudiar, porque nos gusta, o simplemente porque es lindo.
Eso de mostrarle al otro la cantidad de lecturas tiene que ver con el consumismo , con cuántos libros leí, cuántas películas miré. Pero el problema no es de cantidad, sino de calidad. Lo que sí importa es lo que se lee, pero lo que se lee de verdad, para tener un mundo en común con los otros, sobre todo con otros con los que uno no tiene contacto diario. Pero para eso no sirve hacer como que se lee, sino que sirve leer.
Natalia Zuazo, Clarín.com
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