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El pueblo más joven de Argentina cumple años a puro trekking

El Chaltén se fundó el 12 de octubre de 1985 y nació para poblar una zona del país que generaba conflictos limítrofes con Chile. De ser habitada por apenas cinco familias, a recibir más de 50 mil turistas por año. Los festejos serán con una carrera aventura de 25 kilómetros.

A 3000 kilómetros de este teclado, en la provincia de Santa Cruz, al pie de la Cordillera de Los Andes y sobre el extremos norte del Parque Nacional Los Glaciares, los emblemáticos cerros Fitz Roy y Torre abrazan al Chaltén –"montaña que humea", en Tehuelche-, el pueblo más joven del país. La localidad de 500 habitantes estables, que pinta parte de la escenografía de la ruta 40, el próximo 12 de octubre soplará las velas de su cumpleaños número 21, y para festejarlo organizó una carrera de aventura de 25 kilómetros, a 400 metros de desnivel.

La capital nacional del trekking –así lo llaman-, no siempre tuvo el flujo de 50 mil visitantes que ahora recibe de septiembre a mayo. Durante los primeros años, el protagonista fetiche era apenas el viento patagónico. "Los habitantes eran apenas cuatro o cinco familias. Fueron tiempos muy sacrificados. Después, el lugar empezó a hacerse conocido por los escaladores europeos que venían y por los turistas argentinos que empezaron a acercarse. Ahí, pasó a tener gran desarrollo la modalidad del trekking", explica el presidente de la Asociación de Fomento de El Chaltén, Jorge Vázquez, mientras los fuertes soplos hacen que escucharlo sea casi una odisea.

Como quien planta su bandera para marcar territorio, la fundación en 1985 obedeció a la necesidad de poblar una zona del país que continuamente generaba conflictos limítrofes con Chile. A esa estepa virgen de explotación, la sobrevino un aggiornamiento a las necesidades del crecimiento que evidenció el pueblo a través de sus ofertas: navegaciones en el Lago Viedma y en el Lago del Desierto, cabalgatas, mountain bike y escalada en roca o hielo, entre otras actividades. Al boca a boca de las primeras oleadas de turistas del viejo continente, le siguió una fuerte presencia promocional en esos países.

"Los que vivimos acá estamos enamorados del paisaje y del lugar. Es un pueblo chico, pero muy seguro", suelta Vázquez. Le creemos. Lo envidiamos.

Leonardo Bachanian, Clarin.

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