Cómo Apec perdió el rumbo
Nació para liberalizar las inversiones y el comercio en 2010 y 2020. Pero sus avances son escasos y los pronósticos oscuros. Hoy su principal utilidad es ser "un selecto club de presidentes". Y a Chile la inversión le ha dado resultados.
Hanoi está cambiada. Los campos de flores se han apoderado de sus principales avenidas. Un edificio de US$ 250 millones acaba de ser inaugurado y la reina de belleza del lugar no deja de figurar con el típico "ao dai" de seda.
La capital de Vietnam ha invertido millones en la fiesta de este fin de semana. Es la sede de la cumbre de líderes del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico. Y sólo en estas horas recibirá a los líderes de las 21 economías miembros, que en conjunto representan el 60% del PIB mundial y el 47% del comercio del planeta.
Las autoridades comunistas se vanaglorian del alto nivel de seguridad. Y hasta prometen que sus 15 mil policías impedirán cualquier manifestación en contra del foro. Sin embargo, hay algo que no han podido detener: el cúmulo de críticas que han emergido con fuerza entre intelectuales y empresarios del Asia Pacífico. Dicen que Apec no está cumpliendo su misión, que no avanza en sus objetivos y que se ha convertido en un club social que sale caro a los países.
Los problemas
Para entender sus argumentos hay que partir desde el comienzo. Apec nació en 1989 como respuesta a los procesos de integración que se vivían en Europa y EE.UU. Pero no lo hizo como una organización típica, o sea, con una carta fundacional, sino que como un foro informal de ministros del Asia Pacífico que querían promover el libre comercio y la cooperación.
Recién en 1993, con el impulso de Bill Clinton, se incorporaron los "líderes de las economías" a los encuentros (porque aquí no se habla de estados ni presidentes). En 1994 se explicitaron por primera vez los objetivos del foro. Y se acordó que Apec giraría en torno a la liberalización y apertura del comercio y las inversiones: las economías desarrolladas lo lograrían en 2010 y las en desarrollo en 2020.
Desde entonces todo ha sido planes de acción y declaraciones para conseguirlos. Sin embargo, ahí es donde se cierne la duda. Quedan 4 años para el primer plazo y los avances no son alentadores. Tanto, que ya se dice que "las metas parecen improbables de ser alcanzadas", como afirma Charles E. Morrison, presidente del East West Center, en "An Apec trade agenda".
Sólo hay que ver los hechos. Japón y EE.UU. siguen protegiendo su agricultura. Y donde más ha progresado el foro es en facilitación del comercio y poco en su liberalización. Si bien los aranceles promedio de las economías han bajado de 16,9% en 1989 a 5,5% en 2004, la propia Apec advirtió en 2005 que queda por hacer en materia de barreras no arancelarias, liberalización de servicios e inversiones. "Hay que hacer más, particularmente en las restricciones a la propiedad extranjera en sectores clave de la economía", señala en una evaluación que dio a conocer en Busán.
Sin embargo, allí no entrega culpables. "Porque en esta organización se critica, pero sin rostro. Los más críticos son los empresarios, pero a nivel político esto se diluye", dice una fuente.
"Apec se ha convertido en una desilusión para los empresarios que esperaban una liberalización significativa", agrega Richard Stubbs, experto de la Universidad McMaster, en Canadá.
Pero, ¿cómo se llegó a esto?
Simple. "Apec tiene objetivos, pero no un mecanismo para lograrlos", sintetiza Yuen Pau Woo, presidente de la Fundación Asia Pacífico de Canadá. Y es ante todo una institución con sello oriental. Está conformada por economías diferentes en tamaño, desarrollo, cultura y orientación al capitalismo. Sus metas son tan vagas, que nunca han tenido números, las decisiones se toman por consenso y los compromisos no son vinculantes. Una opción que se adoptó para evitar que los grandes aplastaran a los chicos, pero que en la práctica ha obstaculizado el progreso del foro de cooperación.
"Los miembros se comprometen fácilmente. Pero hay incertidumbre en la implementación, porque no hay obligación de hacerlo", dice Shin-Yuan Lai, del Taiwan Institute of Economic Research.
A esto se suma que la institucionalidad de Apec es débil. Desde 1993, tiene una secretaría ejecutiva. Pero ésta no sólo es pequeña -posee 40 miembros-, sino que es poco profesionalizada y actúa como "coordinación". La mayor parte de sus funcionarios son "prestados" por las economías, lo que significa que hay una alta rotación. No tiene un CEO estable que le dé continuidad a las políticas, sino que un director ejecutivo rotativo que ni siquiera tiene peso real para monitorear los progresos. Los entendidos dicen que esto es a propósito. Todo porque los miembros temen que crezca la burocracia y se vean obligados a ceder alguna de sus facultades.
"Además, como no tiene un tratado, la estructura de Apec evoluciona todo el tiempo. Aparece un tema y se crea un grupo de trabajo. Éstos proliferan", agrega Manfred Wilhelmy, director ejecutivo de la Fundación Chilena del Pacífico.
Lo complicado es que Apec es una organización descentralizada. De hecho es criticada por su incapacidad de responder a tiempo a la crisis asiática porque "el proceso financiero no estaba bien integrado al proceso general", dice Shin-Yuan Lai.
Otros señalan que esto ha permitido que temas como la gripe aviar, el sida, el terrorismo hayan ingresado al foro y diluido la agenda comercial.
Una inversión, no un gasto
¿Por qué entonces los países siguen en Apec si su misión original está en duda y a ratos parece inviable? ¿Por qué Chile gastó US$ 6 millones en la cumbre de Santiago en 2004 y el departamento Apec de la Direcon sigue recibiendo uno de los presupuestos más altos de la institución?
"Porque el foro hace otras contribuciones", responde Yuen Pau Woo.
Germán King, Alto Representante de Chile ante Apec, no sólo asegura que el balance monetario de la cumbre dio positivo, sino que la principal ganancia de Chile en el foro ha sido insertarse en Asia. "Apec ha funcionado como un trampolín para nuestra inserción a través de mecanismos bilaterales", afirma. "Sin Apec, lo más probable es que no hubiéramos tenido TLC con Corea y China", agrega Wilhelmy.
King, de la Direcon, aclara que a su juicio el foro no ha perdido su rumbo. Por el contrario, señala que se está acercando a sus objetivos de liberalización a través del trabajo de los países en la OMC y sus medidas unilaterales (un argumento discutido por quienes aseguran que la proliferación de TLC aumenta los costos de transacción y desvía a los países de la liberalización multilateral).
Otra razón que atrae a los países a Apec es que se trata de una instancia única para acceder a los principales mandatarios del mundo por varios días. "A Chile le importa juntarse con los presidentes de EE.UU, China y usarlo para fines nacionales. Ya con eso Apec es rentable. Fue en un café, en la cumbre de Brunei, cuando los presidentes de Chile y EE.UU, retomaron el TLC. Ha sido regular que los anuncios de los acuerdos se den en estas citas", agrega.
"Estoy convencida que no obstante los 'ritmos asiáticos', Chile es identificado como un socio serio del Pacífico", añade Verónica Neghme, subdirectora del Instituto de Estudios del Pacífico de la Universidad Gabriela Mistral. Basta ver las cifras. Desde que el país entró a Apec en 1994, la balanza comercial casi siempre ha estado a nuestro favor. Las exportaciones han pasado de US$ 6.359, 8 millones ese año, a US$ 23.432 millones en 2005 y hemos firmado 7 TLC con economías del foro. Lo más llamativo es que Apec seguirá como está. Si bien ya se escuchan voces en favor de reformar, ése no parece ser el espíritu del foro. "Hay países a los que les conviene seguir igual", dice un entendido. Así las cosas, todo apunta a que Apec seguirá valiendo como club, pero uno que, al menos, le ha dado buenos resultados a Chile.
Opciones para liberalizar el comercio en el foro
Ante la lenta liberalización del comercio y la proliferación de acuerdos bilaterales, el Consejo Consultivo Empresarial del foro propuso en 2004 un Área de Libre Comercio del Asia Pacífico. La idea no ha tenido gran respaldo político. Pero una luz de esperanza se ha visto en Vietnam con el apoyo de EE.UU. y Canadá a un estudio de factibilidad a nivel oficial. Como sea, los pronósticos no son alentadores. Los expertos señalan que dado el elevado déficit comercial de EE.UU. con China sería muy difícil que el Congreso americano aprobara un acuerdo con ese país. Sin contar con que varias naciones asiáticas se opondrían a este TLC porque los obligaría a comprometerse legalmente. Ante este escenario, Verónica Neghme dice que una alternativa factible para Chile "es liderar desde Apec la creación de un área de libre comercio de la comunidad del Pacífico sur con Australia, Nueva Zelandia, Perú y apoyando el ingreso de Ecuador y Colombia". Manfred Wilhelmy, por su parte, ve con buenos ojos un eventual crecimiento del P4, que incluye a Nueva Zelandia, Singapur, Brunei, Chile y al que podría unirse Perú. "Si crece podría ser algo que nace desde abajo", asegura.
LAS METAS de Apec son tan vagas que nunca han tenido números, las decisiones son por consenso y no vinculantes.
Daniela Santelices
Hanoi está cambiada. Los campos de flores se han apoderado de sus principales avenidas. Un edificio de US$ 250 millones acaba de ser inaugurado y la reina de belleza del lugar no deja de figurar con el típico "ao dai" de seda.
La capital de Vietnam ha invertido millones en la fiesta de este fin de semana. Es la sede de la cumbre de líderes del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico. Y sólo en estas horas recibirá a los líderes de las 21 economías miembros, que en conjunto representan el 60% del PIB mundial y el 47% del comercio del planeta.
Las autoridades comunistas se vanaglorian del alto nivel de seguridad. Y hasta prometen que sus 15 mil policías impedirán cualquier manifestación en contra del foro. Sin embargo, hay algo que no han podido detener: el cúmulo de críticas que han emergido con fuerza entre intelectuales y empresarios del Asia Pacífico. Dicen que Apec no está cumpliendo su misión, que no avanza en sus objetivos y que se ha convertido en un club social que sale caro a los países.
Los problemas
Para entender sus argumentos hay que partir desde el comienzo. Apec nació en 1989 como respuesta a los procesos de integración que se vivían en Europa y EE.UU. Pero no lo hizo como una organización típica, o sea, con una carta fundacional, sino que como un foro informal de ministros del Asia Pacífico que querían promover el libre comercio y la cooperación.
Recién en 1993, con el impulso de Bill Clinton, se incorporaron los "líderes de las economías" a los encuentros (porque aquí no se habla de estados ni presidentes). En 1994 se explicitaron por primera vez los objetivos del foro. Y se acordó que Apec giraría en torno a la liberalización y apertura del comercio y las inversiones: las economías desarrolladas lo lograrían en 2010 y las en desarrollo en 2020.
Desde entonces todo ha sido planes de acción y declaraciones para conseguirlos. Sin embargo, ahí es donde se cierne la duda. Quedan 4 años para el primer plazo y los avances no son alentadores. Tanto, que ya se dice que "las metas parecen improbables de ser alcanzadas", como afirma Charles E. Morrison, presidente del East West Center, en "An Apec trade agenda".
Sólo hay que ver los hechos. Japón y EE.UU. siguen protegiendo su agricultura. Y donde más ha progresado el foro es en facilitación del comercio y poco en su liberalización. Si bien los aranceles promedio de las economías han bajado de 16,9% en 1989 a 5,5% en 2004, la propia Apec advirtió en 2005 que queda por hacer en materia de barreras no arancelarias, liberalización de servicios e inversiones. "Hay que hacer más, particularmente en las restricciones a la propiedad extranjera en sectores clave de la economía", señala en una evaluación que dio a conocer en Busán.
Sin embargo, allí no entrega culpables. "Porque en esta organización se critica, pero sin rostro. Los más críticos son los empresarios, pero a nivel político esto se diluye", dice una fuente.
"Apec se ha convertido en una desilusión para los empresarios que esperaban una liberalización significativa", agrega Richard Stubbs, experto de la Universidad McMaster, en Canadá.
Pero, ¿cómo se llegó a esto?
Simple. "Apec tiene objetivos, pero no un mecanismo para lograrlos", sintetiza Yuen Pau Woo, presidente de la Fundación Asia Pacífico de Canadá. Y es ante todo una institución con sello oriental. Está conformada por economías diferentes en tamaño, desarrollo, cultura y orientación al capitalismo. Sus metas son tan vagas, que nunca han tenido números, las decisiones se toman por consenso y los compromisos no son vinculantes. Una opción que se adoptó para evitar que los grandes aplastaran a los chicos, pero que en la práctica ha obstaculizado el progreso del foro de cooperación.
"Los miembros se comprometen fácilmente. Pero hay incertidumbre en la implementación, porque no hay obligación de hacerlo", dice Shin-Yuan Lai, del Taiwan Institute of Economic Research.
A esto se suma que la institucionalidad de Apec es débil. Desde 1993, tiene una secretaría ejecutiva. Pero ésta no sólo es pequeña -posee 40 miembros-, sino que es poco profesionalizada y actúa como "coordinación". La mayor parte de sus funcionarios son "prestados" por las economías, lo que significa que hay una alta rotación. No tiene un CEO estable que le dé continuidad a las políticas, sino que un director ejecutivo rotativo que ni siquiera tiene peso real para monitorear los progresos. Los entendidos dicen que esto es a propósito. Todo porque los miembros temen que crezca la burocracia y se vean obligados a ceder alguna de sus facultades.
"Además, como no tiene un tratado, la estructura de Apec evoluciona todo el tiempo. Aparece un tema y se crea un grupo de trabajo. Éstos proliferan", agrega Manfred Wilhelmy, director ejecutivo de la Fundación Chilena del Pacífico.
Lo complicado es que Apec es una organización descentralizada. De hecho es criticada por su incapacidad de responder a tiempo a la crisis asiática porque "el proceso financiero no estaba bien integrado al proceso general", dice Shin-Yuan Lai.
Otros señalan que esto ha permitido que temas como la gripe aviar, el sida, el terrorismo hayan ingresado al foro y diluido la agenda comercial.
Una inversión, no un gasto
¿Por qué entonces los países siguen en Apec si su misión original está en duda y a ratos parece inviable? ¿Por qué Chile gastó US$ 6 millones en la cumbre de Santiago en 2004 y el departamento Apec de la Direcon sigue recibiendo uno de los presupuestos más altos de la institución?
"Porque el foro hace otras contribuciones", responde Yuen Pau Woo.
Germán King, Alto Representante de Chile ante Apec, no sólo asegura que el balance monetario de la cumbre dio positivo, sino que la principal ganancia de Chile en el foro ha sido insertarse en Asia. "Apec ha funcionado como un trampolín para nuestra inserción a través de mecanismos bilaterales", afirma. "Sin Apec, lo más probable es que no hubiéramos tenido TLC con Corea y China", agrega Wilhelmy.
King, de la Direcon, aclara que a su juicio el foro no ha perdido su rumbo. Por el contrario, señala que se está acercando a sus objetivos de liberalización a través del trabajo de los países en la OMC y sus medidas unilaterales (un argumento discutido por quienes aseguran que la proliferación de TLC aumenta los costos de transacción y desvía a los países de la liberalización multilateral).
Otra razón que atrae a los países a Apec es que se trata de una instancia única para acceder a los principales mandatarios del mundo por varios días. "A Chile le importa juntarse con los presidentes de EE.UU, China y usarlo para fines nacionales. Ya con eso Apec es rentable. Fue en un café, en la cumbre de Brunei, cuando los presidentes de Chile y EE.UU, retomaron el TLC. Ha sido regular que los anuncios de los acuerdos se den en estas citas", agrega.
"Estoy convencida que no obstante los 'ritmos asiáticos', Chile es identificado como un socio serio del Pacífico", añade Verónica Neghme, subdirectora del Instituto de Estudios del Pacífico de la Universidad Gabriela Mistral. Basta ver las cifras. Desde que el país entró a Apec en 1994, la balanza comercial casi siempre ha estado a nuestro favor. Las exportaciones han pasado de US$ 6.359, 8 millones ese año, a US$ 23.432 millones en 2005 y hemos firmado 7 TLC con economías del foro. Lo más llamativo es que Apec seguirá como está. Si bien ya se escuchan voces en favor de reformar, ése no parece ser el espíritu del foro. "Hay países a los que les conviene seguir igual", dice un entendido. Así las cosas, todo apunta a que Apec seguirá valiendo como club, pero uno que, al menos, le ha dado buenos resultados a Chile.
Opciones para liberalizar el comercio en el foro
Ante la lenta liberalización del comercio y la proliferación de acuerdos bilaterales, el Consejo Consultivo Empresarial del foro propuso en 2004 un Área de Libre Comercio del Asia Pacífico. La idea no ha tenido gran respaldo político. Pero una luz de esperanza se ha visto en Vietnam con el apoyo de EE.UU. y Canadá a un estudio de factibilidad a nivel oficial. Como sea, los pronósticos no son alentadores. Los expertos señalan que dado el elevado déficit comercial de EE.UU. con China sería muy difícil que el Congreso americano aprobara un acuerdo con ese país. Sin contar con que varias naciones asiáticas se opondrían a este TLC porque los obligaría a comprometerse legalmente. Ante este escenario, Verónica Neghme dice que una alternativa factible para Chile "es liderar desde Apec la creación de un área de libre comercio de la comunidad del Pacífico sur con Australia, Nueva Zelandia, Perú y apoyando el ingreso de Ecuador y Colombia". Manfred Wilhelmy, por su parte, ve con buenos ojos un eventual crecimiento del P4, que incluye a Nueva Zelandia, Singapur, Brunei, Chile y al que podría unirse Perú. "Si crece podría ser algo que nace desde abajo", asegura.
LAS METAS de Apec son tan vagas que nunca han tenido números, las decisiones son por consenso y no vinculantes.
Daniela Santelices
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