Fábricas de diamantes
A simple vista los diamantes de laboratorio no se distinguen de los naturales. Lo mejor: cuestan menos.
ROBERT AMOROSO aprendió el negocio de la joyería de su padre y pasó más de 700 horas en un aula hasta convertirse en un experto en piedras preciosas. En una tarde reciente estudió tres gemas. Una era un diamante.
Otra era una zirconia cúbica, un sustituto común y relativamente barato de los diamantes. La tercera era algo nuevo: un diamante de calidad suprema creado en un laboratorio.
La zirconia cúbica destacaba a simple vista, pero Amoroso fue incapaz de diferenciar las otras dos piedras sin microscopio. Con éste, se dio cuenta de que una de ellas llevaba inscrita un número de serie que exponía sus orígenes.
Da miedo, dice Amoroso, propietario de Amoroso Jewelers, una joyería de Boston. Sabía que se podía hacer, pero hasta ahora no había visto ninguna. Su conclusión fue que el diamante de laboratorio era el mejor de los tres, destacando que el diamante natural tenía más imperfecciones.
Encanto natural
La joyería, un negocio de US$143.000 millones, está a punto de sufrir una sacudida. Los diamantes de laboratorio, antes relegados al uso industrial, están empezando a producirse con una calidad equiparable o mejor a la de los diamantes que salen de la tierra.
Ahora, el mundo de los diamantes está concentrándose en persuadir a los consumidores de que las piedras naturales bien valen su precio. Esto coincide con un momento vulnerable para los productores tradicionales: los diamantes han sufrido una ola de publicidad negativa (incluyendo la reciente película Diamante de sangre que llegará a las salas de América Latina en febrero) por supuestamente financiar conflictos en África.
De Beers, que durante mucho tiempo ha controlado el abastecimiento mundial de diamantes, ha intensificado su marketing de las piedras naturales. Es esencial que los (diamantes) sintéticos sean fácilmente distinguibles de los naturales y que se use un lenguaje claro e inequívoco para describir a estos productos fabricados por el hombre, advierte Lynette Gould, una portavoz de De Beers.
Por su parte, los productores dicen no estar preocupados. A medida que el negocio se desarrolla y la gente se familiariza con los diamantes cultivados, el público los demandará, pronostica Robert Linares, presidente de la junta de Apollo Diamond, un fabricante de EE.UU. de diamantes de laboratorio.
De todos modos, estas gemas están todavía en su infancia: sólo un puñado de compañías las producen y, por ahora, las cantidades son muy pequeñas. Pero a diferencia de la zirconia cúbica, que es una sustancia químicamente diferente, los diamantes de laboratorio se consideran auténticos, no artificiales.
La amenaza a largo plazo para los productores tradicionales es que sus diamantes sufran la misma suerte que las perlas. Las perlas cultivadas, producidas cuando se inserta una pequeña cuenta en un molusco y ésta crece, destruyeron la industria de las perlas naturales.
Las perlas cultivadas representan hoy más del 95% del total que se vende en todo el mundo, según los cálculos de Gem World International, una firma de investigación del sector.
Quilates de colores
Sin embargo, la tecnología básica para producir diamantes en un laboratorio no es nueva. Surgió en los años 50, cuando General Electric empezó a fabricar los llamados diamantes industriales para cortar sustancias duras como piedra, cerámica, metal y concreto.
A medida que la tecnología ha evolucionado, las compañías han aprendido a crear diamantes de colores con matices como el amarillo, el naranja y el rosa (los colores resultan de la adición o eliminación de ciertas impurezas en el carbono). Pero producir diamantes incoloros de alta calidad era demasiado complicado.
Para convertirlos en gemas, Apollo Diamonds expone fragmentos del tamaño aproximado de un botón de camisa, conocidos como semillas, a partículas de carbono, que se adhieren a ellas a altas temperaturas. Entonces los cristales del diamante empiezan a formarse, uno por uno. Un vistazo a través de la ventana de una las máquinas con aspecto de submarino del laboratorio revela una veintena de pequeñas astillas resplandecientes que crecerán hasta convertirse en un quilate en aproximadamente dos semanas.
Teniendo en cuenta el colapso de los precios de las perlas que siguió a la introducción de las cultivadas, Apollo ha fijado el precio para sus piedras un 15% por debajo del de los diamantes naturales, una cifra que determinó tras entrevistar a diversos clientes. Pero esos precios pueden cambiar a medida que los competidores perfeccionen sus técnicas de producción de diamantes incoloros.
Mientras tanto, la estrategia de marketing de De Beers, creador de la campaña Un diamante es para siempre, insiste en la superioridad de los diamantes naturales. Pese a que no reconoce explícitamente la existencia de los sintéticos, De Beers subraya la eternidad de los diamantes naturales.
Tardan miles de millones de años en formarse, explica su página Web. Además del misterio y el aura que hacen que los diamantes sean tan codiciados está el hecho de que hay que procesar unas 226 toneladas de mineral de hierro para conseguir un simple diamante pulido de un quilate, agrega.
POR VANESSA OCONNELL - THE WALL STREET JOURNAL
ROBERT AMOROSO aprendió el negocio de la joyería de su padre y pasó más de 700 horas en un aula hasta convertirse en un experto en piedras preciosas. En una tarde reciente estudió tres gemas. Una era un diamante.
Otra era una zirconia cúbica, un sustituto común y relativamente barato de los diamantes. La tercera era algo nuevo: un diamante de calidad suprema creado en un laboratorio.
La zirconia cúbica destacaba a simple vista, pero Amoroso fue incapaz de diferenciar las otras dos piedras sin microscopio. Con éste, se dio cuenta de que una de ellas llevaba inscrita un número de serie que exponía sus orígenes.
Da miedo, dice Amoroso, propietario de Amoroso Jewelers, una joyería de Boston. Sabía que se podía hacer, pero hasta ahora no había visto ninguna. Su conclusión fue que el diamante de laboratorio era el mejor de los tres, destacando que el diamante natural tenía más imperfecciones.
Encanto natural
La joyería, un negocio de US$143.000 millones, está a punto de sufrir una sacudida. Los diamantes de laboratorio, antes relegados al uso industrial, están empezando a producirse con una calidad equiparable o mejor a la de los diamantes que salen de la tierra.
Ahora, el mundo de los diamantes está concentrándose en persuadir a los consumidores de que las piedras naturales bien valen su precio. Esto coincide con un momento vulnerable para los productores tradicionales: los diamantes han sufrido una ola de publicidad negativa (incluyendo la reciente película Diamante de sangre que llegará a las salas de América Latina en febrero) por supuestamente financiar conflictos en África.
De Beers, que durante mucho tiempo ha controlado el abastecimiento mundial de diamantes, ha intensificado su marketing de las piedras naturales. Es esencial que los (diamantes) sintéticos sean fácilmente distinguibles de los naturales y que se use un lenguaje claro e inequívoco para describir a estos productos fabricados por el hombre, advierte Lynette Gould, una portavoz de De Beers.
Por su parte, los productores dicen no estar preocupados. A medida que el negocio se desarrolla y la gente se familiariza con los diamantes cultivados, el público los demandará, pronostica Robert Linares, presidente de la junta de Apollo Diamond, un fabricante de EE.UU. de diamantes de laboratorio.
De todos modos, estas gemas están todavía en su infancia: sólo un puñado de compañías las producen y, por ahora, las cantidades son muy pequeñas. Pero a diferencia de la zirconia cúbica, que es una sustancia químicamente diferente, los diamantes de laboratorio se consideran auténticos, no artificiales.
La amenaza a largo plazo para los productores tradicionales es que sus diamantes sufran la misma suerte que las perlas. Las perlas cultivadas, producidas cuando se inserta una pequeña cuenta en un molusco y ésta crece, destruyeron la industria de las perlas naturales.
Las perlas cultivadas representan hoy más del 95% del total que se vende en todo el mundo, según los cálculos de Gem World International, una firma de investigación del sector.
Quilates de colores
Sin embargo, la tecnología básica para producir diamantes en un laboratorio no es nueva. Surgió en los años 50, cuando General Electric empezó a fabricar los llamados diamantes industriales para cortar sustancias duras como piedra, cerámica, metal y concreto.
A medida que la tecnología ha evolucionado, las compañías han aprendido a crear diamantes de colores con matices como el amarillo, el naranja y el rosa (los colores resultan de la adición o eliminación de ciertas impurezas en el carbono). Pero producir diamantes incoloros de alta calidad era demasiado complicado.
Para convertirlos en gemas, Apollo Diamonds expone fragmentos del tamaño aproximado de un botón de camisa, conocidos como semillas, a partículas de carbono, que se adhieren a ellas a altas temperaturas. Entonces los cristales del diamante empiezan a formarse, uno por uno. Un vistazo a través de la ventana de una las máquinas con aspecto de submarino del laboratorio revela una veintena de pequeñas astillas resplandecientes que crecerán hasta convertirse en un quilate en aproximadamente dos semanas.
Teniendo en cuenta el colapso de los precios de las perlas que siguió a la introducción de las cultivadas, Apollo ha fijado el precio para sus piedras un 15% por debajo del de los diamantes naturales, una cifra que determinó tras entrevistar a diversos clientes. Pero esos precios pueden cambiar a medida que los competidores perfeccionen sus técnicas de producción de diamantes incoloros.
Mientras tanto, la estrategia de marketing de De Beers, creador de la campaña Un diamante es para siempre, insiste en la superioridad de los diamantes naturales. Pese a que no reconoce explícitamente la existencia de los sintéticos, De Beers subraya la eternidad de los diamantes naturales.
Tardan miles de millones de años en formarse, explica su página Web. Además del misterio y el aura que hacen que los diamantes sean tan codiciados está el hecho de que hay que procesar unas 226 toneladas de mineral de hierro para conseguir un simple diamante pulido de un quilate, agrega.
POR VANESSA OCONNELL - THE WALL STREET JOURNAL
3 comentarios
fernanda -
Linda Suhey Garzon -
ignacio -
Ptolomeo la llamaba la cosa nuestra ya que se llama Mi Ra o sea Mi Dios = Mirra
Te gusta
esto es un rito sagrado=ciencias exactas, utilizarlo como tal
las imagenes las podeis hacer ustedes, y los analisis tambien.
otras sabias de plantas funcionan similar
la cultura se basa en la divulgacion del conocimiento divulgalo
cuando jesus estava en la cruz, le querian dar vino con mirra para calmarle el dolor, y el dijono me deis mirra yo soy la mirra,
empieza por leer las mil y una noche, la cenicienta, blanca nieves, el coran la biblia etc ..
yo no soy alquimista ni estudioso de la ciencias, soy un CHARLATAN